jueves, 1 de marzo de 2007

Las cuatro reglas

En mis años de colegio
Una y una, dos, dos por dos, cuatro
No me enseñaron que el mundo
Era una tabla del cero
Una y una, dos, dos por dos, cuatro
Donde para que unos sumen
Otros deben ser restados
Una y una, dos, dos por dos, cuatro
Con el pasar de los años
Poco a poco comprendí
Una y una, dos, dos por dos, cuatro
Los grandes efectos multiplicadores
Que pueden para algunos operar las divisiones
Uno menos uno, mil, dos entre dos, millones
Y por conservar las esperanzas
Arrojé las quimeras matemáticas
Uno menos uno, mil, dos entre dos, millones
Al sucísimo fondo del inodoro
Donde engordan come-mierdas
Uno menos uno, mil, dos entre dos, millones
Que hacen la regla a su antojo
Una y una, dos, dos por dos, cuatro
Uno menos uno, mil, dos entre dos, millones…

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Tienes razón, las raices son redondas.
Lo que más me gustaban de las mates, eran las tendencias al infinito.
Un abrazo. Victoria

Anónimo dijo...

Pues sí, y también las integrales, pero eso de lo integral es duro de entrar en la cabeza. Sobre todo para algunos.

Abrazos. Rafa.

Anónimo dijo...

Este lado oscuro te ha quedado requeteclaro.
Buen anoche. PAQUITA

Anónimo dijo...

Jo!, Paquita, y a ti eso de "buen anoche" te ha quedado requetegenial... "buen anoche", ummmmm... me gusta.

Buen anoche también para ti.
Rafa

Anónimo dijo...

De pequeña le fascinaban las matemáticas, la geometría, la física y la química; pero sobre todo las matemáticas.

Sentía verdadera emoción al despejar una incógnita, hallar la hipotenusa del triángulo, ubicar un dato en la encrucijada de abcisas y coordenadas.

Se sentía permanentemente insegura, como "arrojada al mundo", sin hallar respuesta conciliadora a esa maraña de preguntas y preguntas que inundaban su mente

Y cuando la ansiedad se tornaba taquicardia, ella, entonces, hacía los ejercicios de matemáticas. Siempre los dejaba para la última parte del día, le ayudaba a domeñar todos sus diablos, todas sus dudas, sus temores y miedos...

Después, una vez terminados, se metía en la cama. Su madre la miraba con un poco de preocupación, esta niña, es que tiene unas costumbres! su padre, sin embargo no, le respondía: otros leen la biblia antes de dormir!

Así se dormía cada noche.

De mayor, en ocasiones, siente nostalgia por las matemáticas, sus seguridades, certezas y axiomas.
¡ esos datos previos que no se cuestionan ! ¡verdades incuestionables nada más y nada menos...!, la cadena lógica de deducciones, ese edificio firme y sólido...

pero, aunque aún hace algún que otro sudoku antes de dormir, lo habitual es que el sueño la encuentre con un libro de poesía entre las manos, o acerca de esos interrogantes y preguntas por siempre irresolubles.

Un abrazo

Anónimo dijo...

Muy hermoso, Milena. Un abrazo.