domingo, 29 de abril de 2007

La quiebra

- Buenos días, quisiera tomar en préstamo “Cien años de soledad”, de García Márquez.

- Muy bien, ve cumplimentando la ficha. Son veinte céntimos.

Raúl, sin decir nada, se dio media vuelta y volvió sobre sus pasos. Nunca más leyó un libro. Nunca ya compró un libro. Cinco años después, quebró Planeta.

8 comentarios:

Anónimo dijo...

Fue entonces cuando apareció el mercado clandestino de obras. En las esquinas los autores ofrecían sus novelas a precio de coste y se las llevaban de las manos. Los editores se rasgaban las vestiduras en las reuniones de ex ricos viendo como habían despreciado a la gallina de los huevos de oro.

Anónimo dijo...

jajajajaja

un beso

Anónimo dijo...

Años más tarde uno de esos ex millonarios editores vio un grafiti en la fachada de la sucursal de un banco. Quiso editarlo. pensó: "hemos editado ladrillos más pesados que estos...¿y si meto el muro entero entre las páginas?. Reinventaré el negocio". Pero volvió a equivocarse. La literatura clandestina y revolucionaria ya se había instalado entre los lectores y los premios literarios se pagaban con sonrisas. ¡Viva la libertad de expresión!
Vino y besos.

Anónimo dijo...

A la tumba de Lara acudían los hijos de los empresarios de las letras. Chicos, este año no me puedo quedar mucho al aniversario, tengo el taxi al relentí. Ya, pues yo no ando mejor, que en la empresa de trabajo temporal me tienen manía y me han mandado a un Mercadona de las afueras. Fue cuando empezaron los estudios paralelos al suceso, el más valiente el de un estudiante de económicas de la complutense: la quiebra de las editoriales o como empezó el fin de lo privado.
PD Rafa, la que estás liando...

Anónimo dijo...

MIRA QUE LO HIZO BREVE ... y la punta que le estáis sacando. PAQUITA (soy yo)

Anónimo dijo...

...A continuación pasó lo mismo con la música. Los músicos comenzaron a dejar sus creaciones en internet, las plazas y calles de la ciudad se llenaron de musicos ambulantes que ponían música a los poemas de los escritores. Se cuenta que el nivel cultural y social de la gente se elevó hasta límites historicamente desconocidos. La sociedad general de autores se convirtió en un club social, sin presupuesto, Ramoncín se convirtió en el portero de la sede. La cultura, por fin, empezaba a liberalizarse.

Anónimo dijo...

Bueno, creo que nos está quedando una magnífica historia.

Abrazos.

Anónimo dijo...

viendo como iba esto he pensado en algo para el blog, una especie de cuento dominguero, echadle un vistazo...