sábado, 2 de junio de 2007

La inmortalidad

He descubierto que nunca escribo pensando en la posteridad, en dejar alguna prueba que, al menos, atestigüe mi efímera existencia cuando ya no sea ni polvo. Escribo para el instante, sólo para el instante, para sentir correr por mis venas, esa embriaguez que nos produce el sabernos creadores de algo, y así poder compartir de algún modo, ese dogmático don de la inmortalidad que, independientemente de su obra, se atribuye a los dioses. Lástima, que los dioses no existan.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Que escribo para respirar
para sentir como el oxígeno desentumece mis pulmones
y los llena de aromas a lilas
en ocasiones...

que escribo no para los dioses
en los que no creo
sino para los hombres
a los que sí siento

que no escribo para la inmortalidad
sino para el ahora y el aquí
y que escribo no sé para qué
sino por un porque sí

no sé si para pensar
o para sentir
escribo, supongo, para vivir

Anónimo dijo...

Para sentir y a veces para acallar a los sentidos. Y para vivir, sí, o al menos para intentarlo.

Besos