miércoles, 11 de julio de 2007

Los códigos del amor

Catorce de febrero de 2069. Hace siete meses, tras trece años de trabajo incansable, el Grupo Interdisciplinario de Investigaciones Avanzadas sobre Comunicación y Encuentro de la Universidad de Florencia hizo el que ha sido considerado como el mayor descubrimiento en la materia de toda la Historia de la Humanidad: descifrar, sin ningún margen de error, los códigos del amor.

Inmediatamente fueron puestos a la venta al precio de siete passias. El passia es la unidad de moneda internacional y equivale a quince sonrisas. Por este motivo, mientras los códigos han resultado fácilmente asequibles para algunos, para otros muchos han constituido un artículo de lujo casi inalcanzable. A los pocos días de iniciarse su comercialización masiva, era el producto con más difusión en el mercado negro, y por el que más denuncias por robo y asesinato se han recibido desde entonces en la sede del Ministerio de las Emociones. En cualquier caso, de un modo u otro, en sólo unas semanas todo el mundo había logrado hacerse con los códigos. Hoy, inmersos en ésta guerra global que en poco tiempo habrá acabado con cualquier vestigio que pudiera atestiguar la existencia del hombre en la Tierra, el amor ha desaparecido irremisiblemente de la faz del Planeta y del latir de los corazones.
Septiembre de 2006

4 comentarios:

Anónimo dijo...

A ese grupo seguro no se le ocurrió investigar en el fondo del mar :). Yo quiero que me protejan y respeten como un padre, me cuiden y mimen como una madre y jueguen conmigo y rían como un niño, y confianza mutua, y ternura,...ese es más o menos mi código y por supuesto muchas más de 15 sonrisas al día, :)

Anónimo dijo...

Creo que nunca podrá desaparecer el amor de la tierra mientras exista el ser humano y haya poetas soñadores, aunque sea en peligro de extinción.
Un beso.

Anónimo dijo...

Hay ciertos códigos, leuma, que de tan íntimos y sencillos, son indescifrables. La ciencia, que puede llegar a ser la reina del error y de la soberbia según quiénes la apliquen, no siempre tiene capacidad taumatúrgica ni es la piedra filosofal que todo lo torna en oro, y hay terrenos que le deberían estar vedados. Cuando traspasa esa barrera, la catástrofe está casi asegurada.

Y aún más, maría, "podrá no haber poetas; pero siempre / habrá poesía", que dijo aquel poeta sevillano enfermo de amor.

Abrazos

Anónimo dijo...

Seguro que quien más perdió en todo esto fue la SGAE, que ya andaba reclamando derechos de autor sobre los códigos