martes, 22 de enero de 2008

Teoría de vuelo


Cómo pueden vivir pelear reírse
mientras vértigo
danza
vuelo fatal y ciego
vamos por los espacios
por esa extraña noche
dando vueltas
cayendo
dibujando las últimas volutas
de una espiral terrible.

Idea Vilariño

Cada noche, ahíta de alcohol, valium y marihuana, volaba en sueños en pos de sus deseos insatisfechos, ya transmutados en una perversa obsesión construida con la materia pesada de una opacidad fuliginosa. Y cada mañana, al aterrizar con sus alas henchidas de carencia, aumentaba su convencimiento en la inutilidad del tiempo, ese tiempo vacío atiborrado de dolor que pensaba terminaría por perderse sin sentido en el silencio, en la oscuridad más absoluta, en el olvido, ni siquiera en el olvido que, para ella, era otra trampa urdida por el tiempo inexistente… en la nada.

Aquella noche de grillos y polvo sahariano un cansancio abrupto, incapaz de acomodarse en el territorio de los sueños, le impidió salir a volar por primera vez después de un largo tiempo. Un tiempo que ya pensaba que nunca había transcurrido, que formaba parte de la farsa en la que estaba inmersa sin ser protagonista, figurante, clac, espectador ni decorado. Aún en el incipiente crepúsculo, con el parco frescor, tan efímero, y un tímido rocío, se sintió ligera, abrió la ventana y alzó el vuelo hacia un abismo de rojo sobre gris oscureciendo. Nunca pudo comprobar si su teoría era o no cierta. Ni si, para tratar de deshacer la angustia y el dolor, merecía la pena vencer al miedo a volar a oscuras en la vigilia.
Abril de 2006

1 comentario:

Anónimo dijo...

Cuanta necesidad de volar cuando el corazón, el alma, la vida, parece desaparecer.

Besos