miércoles, 12 de marzo de 2008

Sin género ni número


Las yemas de mis dedos he castrado,
Por no martirizarla con caricias,
Llenado mis pulmones de Malboro,
Por no mortificarla en mis palabras,
Borrado hasta mi imagen de su vida
Con tal de que no sufra mi presencia…
Y sufro este maltrato en la impotencia,
Sin manos y sin lengua hecho fantasma,
Tragando la acidez de los cristales,
Quebrados en mi entraña con su ausencia.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

deagrrado me has dejado. Desgarrador poema, lleno de entrañas fieras.
Un ABRAZO

Anónimo dijo...

Un abrazo bien fuerte para ti, mi querido Rafa.

Anónimo dijo...

y Aún así, por mucho que nos desgarremos, siempre nos quedan los espejos para darnos la medida de nosotros mismos.
Kaiman