jueves, 17 de abril de 2008

Sucedáneo


Dame tu cuerpo una noche
Ya que me niegas el alma.
No es que obtuviese la calma,
Por más que, sin un reproche,
Me entregases, con derroche,
Tu compendio del gemido;
Pero en tu lecho, acogido,
Tal vez hallase, al trasluz,
Una llama que, a mi cruz,
Otorgase algún sentido.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Bellisimas décimas...

A veces la mentira alivia ¿verdad? también el poseer por un momento lo que tanto amamos, lo que tanto anhelamos, pero tal vez el despertar puede ser aún más jodido.

Un abrazo

Anónimo dijo...

Bellisimas décimas...

A veces la mentira alivia ¿verdad? también el poseer por un momento lo que tanto amamos, lo que tanto anhelamos, pero tal vez el despertar puede ser aún más jodido.

Un abrazo

Anónimo dijo...

Y es que el alma... esa zorra que no se deja ver, pero que nos taladra por dentro...
Puñal para mí...
Suerte de la belleza de tus letras...
Besos

Anónimo dijo...

Vaya par de ojos bonitos que tiene la niña de la "afoto".
Eso es lo que yo llamo tener una mirada explícita.

Tetilla gallega y Ribeiro tinto, pa acompañá.

Anónimo dijo...

En el cuerpo volcamos las frustraciones del alma, los bajos instintos, que no llenan el vacio, pero a veces es que ese vacío no se puede llenar sólo lo embute el silencio y lo inunda la ausencia.
Un beso Rafa.