sábado, 21 de junio de 2008

Pintada está mi casa


“El odio se amortigua

detrás de la ventana.”

Miguel Hernández


Nunca el amor penetró en nuestra casa; esa casa blanca y menuda, bañada por los frescos aromas del bosque, con su huertecillo de ciruelos siempre florecidos y el tosco vallado verde de madera de pino; esa casa que apenas llegó a principiar sus cimientos de légamo y viento durante un leve instante.


Hubo un tiempo en que creí sentir su aliento haciendo sonar la aldaba, como arpegios de un chelo levitando arcangélico en la altura del celeste. Pero tuve miedo y, a su cántico insomne, cerré las puertas y ventanas. Y entonces nuestros corazones se mudaron duros como arena que pasa sin haber conocido la tibia caricia del agua.


Algunas noches oíamos gemir a sus nudillos, rotos de espera y coágulos. Pero nunca supimos escucharlos. Recuerdo que era invierno y que, en la nieve, acabó abandonándose al desolado frío de lo despoblado y la desesperanza hasta perecer sobre el tálamo estéril de su ocaso de tanto agitar sus alas vacías en pos de la línea cada vez más lejana del horizonte inconcluso. Bajo el magnolio su tumba es, desde entonces, callado reproche que, indolente, quema mis pulmones con el aire que a duras penas respiro.


Aun en su inepcia, sólo ya queda un consuelo: Pensar que quizá tú pudiste huir a tiempo de debajo de las graves ruinas del cobijo no nacido. Yo, entretanto, ya sólo espero a la muerte entre sus inexpugnables paredes transparentes y derruidas, inmunes a la luz de un otoño en el que al sauce, fruto evanescente de una semilla muerta, no dejan de brotarle ni un solo instante oscuros manantiales de lágrimas secas.


4 comentarios:

Anónimo dijo...

Pues si así pintas... no hay presupuesto ni para el desagüe... :S

Ya, fuera de coña...

No me importa cuan triste, es de un bello insuperableeeeeeeeee!!!

"Pero nunca supimos escucharlos. Recuerdo que era invierno y que, en la nieve, acabó abandonándose al desolado frío de lo despoblado y la desesperanza hasta perecer sobre el tálamo estéril de su ocaso de tanto agitar sus alas vacías en pos de la línea cada vez más lejana del horizonte inconcluso."

Me gusto, si; me gusto...

Besos, una brocha y la suscripción a algún canal de bricolage...

:)

Anónimo dijo...

Ay Rafa
¡Esta prosa poética, demente, y triste sacude mi corazoncito…buaa. Me atrapa la metáfora final del sauce, además del lenguaje cuidado que has usado.
Creo que en algún rinconcito, las líneas dejan entrever un cierto cariño por esa casita; justo está en la descripción que haces de ella al comienzo, nunca podemos darle matices tan bellos a algo si realmente lo sentimos. Nu sé, tal vez desvarío.
Muchos besos, y un lindo fin de semana.

Anónimo dijo...

Acabo de descubrir tu blog, y me gusta, me gusta mucho. Además el hecho de que seamos paisanos, nos une, creo. Gracias por las palabras que dejaste en mi blog, hasta hoy no las he visto. Por cierto, después de leer tu perfil se me ha venido a la cabeza una de las preguntas del libro que acabo de publicar: "¿Se sublevarán un día/los ceros a la izquierda/para que le tomemos/ en cuenta?"
Te enlazo, volveré por aquí a menudo. Saludos!!

Anónimo dijo...

Nunca se sabe Rafa... a veces te equivocas, pero también de otra forma te podrías equivocar, y así sucesivamente y es que es tan difícil acertar...
Es maravilloso lo que has escrito, digno de todo un poeta consagrado, te admiro mucho.
Besos