sábado, 5 de julio de 2008

Letanía


No me arrebates

La fe en tu Milagro.

Sabes

Que nunca he creído en los dioses

Y que jamás, por tanto,

Me serán otorgados sus favores.

Nada habrás de temer, por consiguiente,

Dejando que a los pies de tus Altares

Entone la sedienta letanía

Que te ruega me acojas

En tu Gloria:

Nunca tu Reino

Será de mi mundo.

Mas deja que hasta el fin de la jornada,

Cuando el ocaso con su negro manto,

Caiga certificando la Quimera

De mis vanas y absurdas esperanzas,

Mantenga mi creencia en el Prodigio

De tus Brazos abriéndome las Puertas

Que llevan al calor y a la dulzura

De tu ansiado Celeste.


3 comentarios:

Anónimo dijo...

El dios que vive fuera de ti. El dios que vive dentro de mí. Tú adoras en el otro. Yo entiendo que el otro emerge de mí.
Tal vez las teorías no son relevantes.
Basta un poco de alegría y esperanza. Sobrevivir. Vivir.
Curro el palmo... el empecinado. Había, sin duda, otras mercedes a las que habría podido amar si hubiera permitido que el momento no se detuviera en un punto de su corazón.
Besos, querido poeta

Anónimo dijo...

Maravilla de poema, la esperanza, es lo último que se pierde, hay que vivir con ella, y ya sabes lo que te dije; tienes que hacerlo mucho.
Besos sabatinos

Anónimo dijo...

De verdad, que bonito.

Como siempre, la fe será siempre la que mueva la montaña.

Me gusto una barbaridad :)

Buen domingo... o final de domingo ya a esta hora.

Besos.