lunes, 14 de julio de 2008

¡Y que demonios me importa a mí la poesía!


Estos poemas que escribo a destajo,
Todos se orientan hacia un mismo norte:
Reconquistarte, amor, reconquistarte.
Mas llevo tanto tiempo en la zozobra,
Tragando el agua amarga de la ausencia,
Que no sé si me fallan las metáforas,
Pierden su rumbo en tu vista cansada,
O que has desimantado ya por siempre,
Tomándome por muerto, mi bitácora…
En cualquier caso, amor ¡qué gran fracaso!
¡Que gran fracaso, amor, qué gran fracaso!
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4 comentarios:

Anónimo dijo...

El poema, redondo y perfecto. Sólo te fallan los dos últimos versos: NO es un fracaso. Estos versos le llegarán sin duda, y cumplirán su cometido.

Un beso.

Soledad

Anónimo dijo...

Sin duda el fracaso sería de ella...

Besos.

Anónimo dijo...

Ya no tendremos que justificar el vacío... cuando la palabra "fracaso" ondee en los ojos del otro.
Un beso

Anónimo dijo...

Qué gran poema y qué grandiosa metáfora final. Dulce fracaso. Fracaso legendario. ¿Y a quién le importa....? Bah...Puta vida cruelmente metafórica, puta poesía empeñada en mostrar las tripas envueltas en papel de seda.
A veces desearía no ser más que un simple cretino. Opositaré.
Café y tocinilo de cielo. Pa endulzar un poco.