jueves, 30 de octubre de 2008

Estación de penitencia (VI)


Tatuado de abandono en las pupilas
Deambula sobre huellas errabundas,
Atónito de espanto ante las olas.

No alcanza a acostumbrarse a la distancia.

Mas puede soportar su abrupta herida
Metiendo la mirada entre las dunas
Cual junco que se humilla, humilde, al viento.

No obstante, se desangra en sus raíces,
Muriendo su alma un poco en las mareas
Que ahogan con el légamo del llanto
Su vuelo en cada cruce de caminos.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

¡Ah! No tiene que ver con esta entrada (también triste, amigo - me encantaría verte sonreir), pero quería decirte que me encanta Murasaki Shikibu: la sensibilida, las costumbres tan diferentes, los haikus,... Leí ambos, "El esplendor" y "La catástrofe".

Un beso

ralero dijo...

Sí. Yo aún estoy en ello, aunque antes he leído un magnífico libro, tipo ensayo, analizando la obra. Y Genjí me parece un personaje sublime, aunque no pudiera parecerlo, un eterno enamorado, un hombre que nunca olvida a quién amó, y que hace todo lo que puede por ayudar a sus amantes -término que en le contexto de la novela nada tiene que ver con lo que entendemos hoy-, y que sufre, sufre, sufre, mucho más que lo que disfruta por amor. Todo lo contrario a un Don Juan.

Besos.