viernes, 27 de febrero de 2009

Miedo (por Concha Caballero)


El verdadero miedo no se alimenta de apariciones fantasmales, de muertos vivientes ni de animales mitológicos, sino de la conversión de nuestra vida cotidiana en una pesadilla. El miedo echa raíces en ese preciso instante en el que nuestra vida cotidiana se vuelve extraña y hostil; en el que el amigo se torna enemigo; los vecinos en potenciales cómplices del crimen o el amante se convierte en asesino. El miedo toma consistencia cuando se produce un crimen que pudiera alcanzarnos. No germina en el asesinato excepcional o cuando las víctimas tienen otro color de piel, otra cultura, o pertenecen a ‘un grupo de riesgo’ como las mujeres maltratadas. Esos asesinatos producen rechazo, condena, pero no miedo. El miedo engendra cuando se trata de una familia normal, una chica adolescente y enamorada, una pandilla de jóvenes que vemos todos los días sentados en los bancos de nuestras plazas. El verdadero terror se produce cuando lo que creemos que solo puede ocurrirle a otros, se produce en vidas similares a las nuestras. Pensamos, entonces, que el desorden introducido por el crimen, se resuelve con más orden, con mayor dureza, con mayor control. Aplicamos esta máxima sean cuales sean las circunstancias y los orígenes del hecho, sin razonar en exceso.

Se formula un juicio paralelo, no al asesino y a sus cómplices, sino a toda la juventud, al sistema educativo y al propio estado de derecho. Se comenta que todo esto pasa por una educación demasiado benevolente, por la falta de valores de los jóvenes, por un modelo judicial y penal que no escucha a las víctimas sino a los delincuentes. Es tal la fuerza de este discurso que ha llegado a impregnar las decisiones judiciales, sustrayendo el caso a su tipificación como violencia de género (curiosa muestra inconsciente de que se concede a los crímenes de esta naturaleza un valor inferior, aunque sus penas puedan ser mayores), al poder político que deseoso de fotografiarse con el dolor acepta o promueve el debate autoritario de la cadena perpetua, y de forma singular a los medios de comunicación que, en distinto grado, han colaborado en convertir este asesinato en un espectáculo degradante. Pero, a pesar de la marea social que reclama orden y mano dura, no encuentro ni una sola razón que avale que este crimen se produce por la permisividad del sistema educativo, la sobreprotección de los adolescentes, la falta de autoridad o el uso de las redes sociales en internet. No encuentro ni un signo de facilidad en la vida del autor del crimen, un joven abandonado por el padre, maltratado por su madre, huérfano y casi sin familia, solitario y sediento de afectos. Es más bien una historia de abandono, de desprotección y de falta de redes sociales.

Veo mundos terribles en los que una madre paralítica azota a un adolescente; en el que una niña de apenas 14 años convive maritalmente con un mayor de edad con la aprobación de su madre, sin que se alerten los servicios sociales públicos, o medios de comunicación que compran a precio de saldo la intimidad de menores que debieran estar protegidos. Nada de esto justifica el crimen, ni nos hace simpatizar con el asesino, pero explica mejor los hechos. No ha sido la benevolencia del sistema educativo, ni el excesivo cuidado de la familia lo que ha generado estos monstruos, sino la exclusión social, la lucha sin cuartel por la vida, las realidades ocultas que no queremos ver tras el igualitarismo aparente del consumo. Por eso, en vez de salir a la calle para reclamar la cadena perpetua habría que hacerlo para demandar atención a la exclusión social aunque sólo sea porque, de no hacerlo así, salpicará nuestras tranquilas vidas irremediablemente.

Concha Caballero es profesora de Literatura.

9 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola Rafa, yo no le voy a quitar razones a Cocha Caballero, ni voy a negar que es cierto lo que dice: lo es; pero no es excusa, no es válido para matar.

Habrá que preguntarse por qué y habrá que tomar medidas -que no tienen que ser violentas ni coercitivas- pero sí efectivas.

Los Servicios sociales, la prevención de la exclusión... Todo eso está muy bien, suena muy bonito, pero la realidad es que se han "cargado" a una niña de 17 años (y que no es la hija de esta señora) y no es la primera ni, por desgracia, será la última.

Perdona, pero esto me suena a demagogia; y no quiero entrar en polémicas ni discusiones, y mucho menos contigo, que sabes que te aprecio muchísimo.

Un beso

MeRieM dijo...

Hola Rafa, en muchas cosas estoy de acuerdo con este articulo y en otras no tanto, hay miles de jóvenes por ahí que han tenido una vida igual de difícil o mucho más que este chico y no por ello todos son asesinos o delincuentes, hay gente que ha tomado conciencia de lo que ha sido su vida y no quieren repetir los errores que cometieron sus progenitores o en su defecto la sociedad. Habla del circo mediático que se ha formado en torno a este caso y que puede decir del que se formó y que aún continua con el caso de Mª Luz?
En este país por desgracia a la hora de juzgar mediáticamente somos todos unos charlatanes, pero a la hora de actuar nadie hace nada. Piden la cadena perpetua, pero ¿por qué no se pide que se reformen las leyes?
Creo que es cuestión de ir paso a paso, pero eso sí, cada paso que se dé que sea firme, que no sean castillos en el aire, eso no ayuda a nadie.
Respecto a este chico, creo que no merece ningún tipo de compasión, ya que él no la ha tenido ni con Marta ni con su familia.
Un beso Rafa.

ralero dijo...

Pues creo que estamos todos de acuerdo. Como dice la propia Concha este crimen no tiene justificación ni ella trata de justificarlo. Es decir, hay chicos que han tenido una adolescencia difícil y no han matado y lo más probable, por fortuna, es que no maten a nadie. Y también hay adolescentes a los que no les ha faltado de nada y son unos auténticos canallas. Pero la excepción, las excepciones no hacen la regla. Y sí, las carencias sociales -esto no es nuevo, hace mucho tiempo que se teorizó en criminología- explican gran parte de la violencia. Y en algo con lo que estoy de acuerdo con Concha es en que, cuando se producen hechos tan lamentables como el que nos ocupa en este artículo, no hay que poner tanto el énfasis en las medidas coercitivas como en las preventivas. No sé, pienso que la cadena perpetua o la pena de muerte no contribuiría en nada a reducir la delincuencia. Ejemplos hay. Sin ir más lejos los Estados Unidos.

Ah, creo que ningún criminal merece compasión -y es que la compasión siempre está reñida con la Justicia- pero tampoco el ojo por ojo. Ya sabéis lo que dijo Gandhi, que el mundo acabaría ciego. Aunque, también es cierto que si yo fuese el padre o la madre de Marta, probablemente anhelaría machacar la cabeza a los asesinos de mi hija. Por eso los afectados nunca deben intervenir en el juicio de los hechos.

Abrazos.

Dolo dijo...

Es un tema complicado, la prevención de la exclusión social o como queramos llamarle es necesaria, pero no sólo porque de ahí salga algún tipo que mate a alguien (los asesinos salen de ese contexto, pero también de cualquier otro) sino porque es una verdadera pena que crezcan tantos niños en familias desestructuradas, sin referencias, sin cariño, sin una infancia plena. Por mi trabajo, lo veo a diario. Y es injusto.
Pero ese es un tema, y el otro, otro tema muy diferente. Lo cortés no quita lo valiente: toda la prevención del mundo, pero también el que mata (que estamos hablando de matar, ojo, que es muy fuerte) debe tener un castigo. Pienso que por dos razones: la primera, porque debemos saber todos, que matar cuesta caro, es decir por el ejemplo; la segunda, por respeto, es muy duro para la familia de un niño asesinado cruzarse con el que mató a su hijo. Y no hablo de pena de muerte, por Dios,no. Pero sí de más seriedad en estos temas.
Ojalá todos fuéramos como Gandhi, Rafa, pero no lo somos.
Besos!!

Encarni Mejides dijo...

Buenas noches Rafa, totalmente de acuerdo en algunos puntos y en otros no, como bien dice Meriem, yo pienso que las leyes necesitan una reforma pero urgente,ígual no viene al caso, pero me es imcompresible que por ejemplo al padre de una de las niñas de alcazer, se le pida por injuria 16 años!, cuando otros delitos tienen menos pena por cumplir, me parece increíble, en fin esperemos que todo cambie aunque ya se sabe que el proceso siempre es lento.

Besos.

Anónimo dijo...

¡Que tengas un día perfecto!

Por favor pasas por mi blog quiero que revises algo, eres muy amable.

Abrazos

titania dijo...

"Exclusión social" es una simplificación, hay mucho más que eso.

Que tengas un buen domingo.

Un beso Rafa.

Giuditta dijo...

Hola, qué tal, suelo seguir tu blog aunque es la primera vez que comento.
Entiendo el punto de la señora Caballero en cuando al miedo: nos aterroriza lo que se sale de lo ordinario cuando ocurre en un contexto, entre comillas, ordinario. Véase la primera escena de Blue Velvet, la cámara paseando por el perfecto día veraniego, el cielo azul, la cerca blanca con rosas hasta que enfoca al hombre sufriendo un derrame y las fuerzas primitivas de la naturaleza debajo del césped verde y la oreja que yace ahí escondida.
Hasta ahí vamos bien; pero meter en el saco de lo ordinario a "las víctimas [que] tienen otro color de piel, otra cultura, o pertenecen a ‘un grupo de riesgo’ como las mujeres maltratadas" revela un profundo desconocimiento de esos temas y un punto de vista muy limitado y sesgado.
El incesto, las violaciones y la violencia doméstica rara vez se denuncian justamente porque los agresores suelen ser personas del entorno íntimo. Los "grupos de riesgo" como los llama ella se revelan cuando la violencia sale a relucir y no antes. Así que suelen estar escondidos tras las fachadas de vidas "normales".
En cuanto al tema de las penas, en Aministía se han hecho campañas en contra de la pena de muerte en EEUU y otros países:
-la pena de muerte no constituye un elemento disuasorio importante para disminuir los índices criminales. En el caso de criminales curtidos les da igual porque igual pueden caer por penas menores. En el caso de los asesinatos pasionales, pues eso, quien comete uno no está calculando la pena, lol.
-los sentenciados a muerte suelen pertenecer a grupos minoritarios, asi que no hay una aplicación igualitaria de la "justicia".
-la figura de los agravantes y atenuantes en derecho penal tienen el propósito justamente de compensar de alguna manera los desequilibrios sociales.

En líneas generales coincido con la profesora Caballero y aplaudo su punto de vista. Solamente hago notar que ciertos aspectos los trata con ligereza.
Hay que estar en la piel de un emigrante para saber lo que es el terror de que te maten porque tu piel es de otro color; o en la piel de un disidente político para sentir el mismo pavor; o en la piel de un chico que es maltratado cotidianamente por la policía porque se viste diferente o tiene el pelo pintado; o el terror de una mujer que pierde su autoestima al ser maltratada física y verbalmente a diario; o el terror de un niñ@ a quien manosean o más de una forma que l@ aterroriza, pero que no sabe cómo defenderse e incluso se siente culpable; o el terror de un torturado porque odia a la sociedad ordinaria que calló mientras rasguñaba las piedras y el enemigo lo derrotó porque, aunque no murió, perdió sus sueños.

Siento haberme extendido pero todos esos temas han tocado mi vida de cerca, directamente o a través de personas que amo y no podía callar. El hecho de que ella no pueda relacionarse sino con lo que considera "cotidiano" viniendo de una profesora me entristece profundamente. Lo entiendo de quien carece de cultura o medios para estar informado.
Esta es la sociedad en la que vivimos, donde los que tienen acceso a la información no se informan y los que son protagonistas de la noticia no tienen acceso.

ralero dijo...

En primer lugar darte la bienvenida, Giuditta.

Después decir que, bueno, el artículo -al ser un tema que da para escribir muchos tomos al respecto- lógicamente tiene carencias. Y es que fue publicado en un diario de la prensa escrita -en papel- con un espacio acotado.

Concha -a la que conozco hace ya mucho tiempo y con la que nunca he dejado de tener grandes desacuerdos y desavenencias-, sabe de estos temas, pero en unas pocas líneas no puede decirse todo.

Abrazos.