martes, 31 de marzo de 2009

Ocaso y derribo



Abatidos los puentes, la avalancha es total.
Un río negro de polvo radiactivo
rompe el cristal celeste, y sus esquirlas
decapitan al tiempo.
La singladura se mudó en distancia:
una metamorfosis aberrante
pariendo en la penumbra un mar de piedras.
Cuando ya la respuesta está pactada
de nada vale el pájaro en su canto,
más fuerte es el rastrero y mudo invierno.

Mas qué hacer si un alud de palabras enfermas
se empecina en buscarse entre las lilas
con la sed de un desierto,
si no es posible contener el grito
que, herido y con la lengua degollada,
suplica agonizante en un gemido
un eco que clemente lo balsame.

Las llagas de Babel nunca se cierran,
se nutren de olas férreas y hongos rojos
con su agua negra el vidrio calcinando.

(Detrás del parabrisas
un imán de impiedad
-------------------------- mi sed repele).

Trasfondo


En el fondo
Me mueve la sonrisa.

Es cierto que su lecho es nieve a gritos,
Que una perenne pátina de lágrimas
La ciega, la amordaza, la fractura,
La altera y forja un rictus espantoso

De sed,

De sal,

De límites.

La inercia sin retorno es ala herida
Que ya se abandonó a vagar sin sueños,
Mas nunca cambiaría esta hemorragia
Por un camino atrás sin sus cristales.

En el fondo
Me muero en la sonrisa.

lunes, 30 de marzo de 2009

En barrena


Las palabras… ¿son llaves?
¿Es cerrojo el silencio
Que la herrumbre del tiempo
Muda abismo insondable?

Las palabras son ángeles.
El mutismo un demonio
Que, ataviado de insomnio,
Los altares abate.

Ha la palabra el don
De un ala abierta al aire;
Pluma y cera que el son
Del silencio deshace.

sábado, 28 de marzo de 2009

Posteridad



¿Vivir…
--------------- O viceversa?
Que no es andar muriéndose, es desahucio.

“Arrástrate en tu mierda, sobrevive
-Irónicos me dicen mis verdugos-
Y déjanos vivir la dolce vita.”

Entonces imagino mi epitafio:

“Aquí yace un imbécil,
-------------------------------- ¡fue tan bueno!”;
Y en mi alma crece un ansia de batalla
Que anhela que la muerte, como suele,
No mude lo apocado en bueno póstumo;
Y diga así de mí la voz callada
Del mármol que sepulte mis maldades

“En esta tumba, inquietos, se revuelven
Los restos desalmados de un cabrón
Grandísimo hijo puta“.

viernes, 27 de marzo de 2009

|||**|||




"Vendrá la muerte y tendrá tus ojos"
Cesare Pavese

Menos que humo.
De hollín apenas sombra
de ocaso herida.

jueves, 26 de marzo de 2009

[{¬¬¬¬¬¬*}]


Magnolia ajada,
Tanto poema de amor;
Pálido aroma:
Mil leguas de cellisca
Entre mi invierno y mayo.

Presentación en Sevilla de "Violeta y el baúl americano"


Martes, 31 de marzo de 2009 a las 20:00 horas.

Casa de la Provincia (Plaza del Triunfo, 1)

miércoles, 25 de marzo de 2009

Aguafuerte



Ya sé que he prometido, hasta la muerte,
Fingir que para mí no has existido,
Mudarte en mi memoria por olvido,
No hablarte, no escribirte, no ir a verte;

Tratar de que mis sueños, vida y suerte
No pendan de la llama de aquel nido,
Por siempre y desde siempre ardor prohibido,
Grabado aun en mi entraña al aguafuerte.

Mas es tan obstinada la añoranza,
Tan terco el corazón e independiente,
Que, a veces, pulverizan la pujanza

Que puse en mi promesa displicente,
Haciendo que hasta en la desesperanza
Te busque, de mis votos, disidente.

martes, 24 de marzo de 2009

Moradas




“La mujer que amé se ha convertido en fantasma.”
Juan José Arreola.

Tras consumarse el doloroso desahucio por el cual ella lo apartó para siempre de su vida, llegó a pensar que nada tan espantoso podría ya acontecerle en adelante. No necesitó mucho tiempo para comprender que aún mucho peor que aquella intemperie taladrando acerada sus ruinas, era no encontrar el modo de desalojarla de su memoria.

lunes, 23 de marzo de 2009

Salpicaduras en el espejo


No deberías mirarMe de ese modo.

–¿De este modo?, ¿qué modo?, ¿a qué te refieres?

–Tu mirada es… desafiante, casi obscena, rayana en lo pecaminoso; convendrás Conmigo que no se corresponde con la de alguien de tu posición y mucho menos dirigida a Quién, como Yo, se halla infinitamente por encima de tu patética y precaria condición.

–Bueno, creo que respecto a eso que dices hay entre nosotros discrepancias insalvables. Lo cierto es que, al ser yo tu creador, tengo el derecho a contemplarte en cada momento y en cada lugar como mejor me venga en gana.

–¿Mi creador… dices? No entiendo.

–Ya; es comprensible. Y todo por mi culpa, mi gran culpa, mi única culpa; quise engendrarte omnisciente, pero, finalmente, no pude evitar perpetrarte a imagen y semejanza de mis carencias e imperfecciones.

–Pero Yo soy Dios y tú, mi hijo.

–Lo que dices, en parte, es cierto; aunque, por incompleto, no deja de ser mentira, la gran mentira, la única mentira.

–Sigo sin entenderte.

–Ya te dije: como creador soy un auténtico desastre.

–¡PERO YO SOY DIOS!

–Y yo tu hijo. Pero, para serlo, antes tuve que ser tu padre. Y ahora seré tu verdugo. Padre, hijo y verdugo, alfa y omega salpicando de sangre la opaca e inerte profundidad del espejo.

–¡Estás loco! Es a todas luces imposible aunar la condición de padre e hijo a un tiempo.

–¿Y el misterio de la Trinidad?

–A estas alturas deberías saber que ese misterio no es más que una burda invención del Hombre.

–Como tú.

–Pero Yo soy dios.

–Y yo, no trates de obviarlo, tu verdugo, esa tercera persona que faltaba para completar la hipóstasis, cerrar el círculo, alcanzar la perfección, el cero, la nada… Esa nada de la que por mi voluntad surgiste y a la que ahora, también porque es mi deseo, habrás de volver.

–Pero… yo soy dios y Tú… Tú… ¡no puedes asesinarme!.

–Veo que sigues sin entender nada; será en legítima defensa.

–Pero… Tú… no puedes, no debes matarme; yo soy dios y Tú, que sólo puedes existir a través del cordón umbilical que nos une, mi Hijo.

–El libre albedrío, padre, el libre albedrío.

domingo, 22 de marzo de 2009

Miradas


Ramón, el del tercero izquierda, nunca ha dejado de ser un vecino ejemplar. Ordenado, educado, limpio, en absoluto ruidoso, siempre al corriente en el pago de las cuotas de la comunidad de propietarios, afable, bien parecido, en todo momento dispuesto a echar una mano… No obstante, anoche, tras varias semanas planeando con minuciosidad hasta el más insignificante de los detalles, he acabado asesinándolo; otra muerte más que sumar a la fría estadística relativa a los accidentes domésticos.

Todo comenzó cuando, como venía siendo ya habitual un par de veces en semana, coincidimos, hace ahora exactamente un mes, en el ascensor aún de madrugada. A pesar de que nada parecía haber cambiado con respecto a otras ocasiones, hubo algo, que en ese momento no supe descifrar, totalmente diferente. Diferente y, aun en su indefinición, espantoso.

No pude dejar en todo aquel largo día de darle vueltas y más vueltas a aquel encuentro tratando de comprender las causas de mi desasosiego; ese detalle, esa mutación que, prácticamente imperceptible, se había operado en aquel instante en que mi mirada y la de Ramón se cruzaron mientras descendía el ascensor, alterando para siempre en profundidad mi confusa concepción del mundo. Después de una larga reflexión, llegué a la conclusión de que seguía viendo a Ramón exactamente igual como hasta entonces, y tampoco encontré nada que me hiciese albergar una mínima sospecha de que la percepción que él tenía acerca de mí hubiese experimentado alteración de algún tipo. Entonces… ¿qué? De súbito una luz cegadora penetró mis cinco sentidos: era yo el que había cambiado esa percepción, la propia percepción acerca de mí mismo, y ahora me contemplaba como a un absoluto desconocido; un ser terrible y ajeno por completo a mi persona me había expulsado de mi cuerpo y ahora yo estaba fuera de cualquier espacio físico observando mi antigua morada desde el limbo de mi desahucio. Fue cuando lo decidí. No podía permitir que Ramón se percatarse de éste mi nuevo estado enajenado; de suceder así ¿quién podría imaginar las consecuencias?, incluso, con sólo un poco de mala fortuna, tal cosa podría ser origen del fin del mundo conocido, de mi mundo que ya no era el mío, sino el de aquel ente extraño que se había introducido en todas mis vísceras y en mi sangre. Por lo tanto, para calmar la creciente inquietud que me embargaba por todo aquello sólo cabía una solución: debería eliminarlo. Como así ha sucedido.

Sin embargo, y en contra de lo que había previsto, mi execrable crimen apenas me ha llevado a encontrar una mínima parte del sosiego perdido. Y es que no dejan de presentarse nuevas amenazas en torno a mi lamentable nuevo estado. Sin ir más lejos, esta misma mañana, como tantas otras veces, mi mirada se ha cruzado con la de la carnicera, y he vuelto a experimentar un profundo y acerbo espanto ante la posibilidad de que mi secreto pueda llegar a ser descubierto. No me quedará, pues, otro remedio que acabar también con su vida lo antes posible. Lo malo es que mi agenda ya está totalmente ocupada en estos asuntos hasta diciembre del año 2013, por lo que en todo este periodo, y en cualquier instante, podría ser descubierto por alguna de mis futuras víctimas.

sábado, 21 de marzo de 2009

Humo frío


Anida en la liturgia del silencio,
Obstruye a cal y canto tus oídos,
No te enternezcas, nunca
Me escuches
,
Jamás des crédito a mi cántico:
Aun siendo mis palabras verdaderas,
Mi aliento no es más que una fría mentira
Con el tiempo contado.

viernes, 20 de marzo de 2009

Sub-mundo


Qué infausta la palabra que encadena;
Esa
Que pronunciamos
Convocando al silencio
En tanto, esquizofrénica, la sangre
Se desgarra anhelando coagularse
Por haber renunciado a hacerse vida
Corriendo por las venas
Del vampiro.

La otra identidad



Tan puro aquel amor
Que en su pérdida
Fue apellidado nada.
Mas la luz de su nombre
Ah tanta
Tanta luz
Cómo pesaba.


Fotografía: Max Wisshak.

jueves, 19 de marzo de 2009

Casino


Me la juego a una carta,
De farol,
Contra el póquer de sombras que enarbola el vacío.
Ya no hay partida, está
Toda la suerte echada:
No me queda ni un as
Debajo de la manga
Y nunca se me dieron nada bien
Los juegos de baraja.
El glauco terciopelo del tapete,
Mugriento de tabaco y vino tinto,
Mudó el color ya a un huero
Son pardusco,
Análogo al silencio que escolta al turbio ocaso.
Se sabe que la casa
Nunca pierde;
Nada importan las ruinas
Si, extintas ya las osas
De los cielos,
Magnético en mi entorno me confundo
Atado a un Polo Norte sin destino.
Al fondo hacia la izquierda, en la ruleta,
El plomo y las entrañas se entrelazan,
Preñados de estallido y lava herida,
En tanto una madame, funesta y seria,
Me advierte que me vaya preparando,
Pues bien pronto –en limpiándose la sangre-,
Fatal,
Será mi turno.

Amapolas


(En el 197 aniversario de "La Pepa")


¿Qué es lo que hay de nuevo tras el 1 de marzo por la Carrera de San Jerónimo? ¿Se ha producido algún cambio sustancial en las políticas del Gobierno de Zapatero? Entonces ¿cuáles son los motivos para que los que hasta ayer rendían a sus pies todo tipo de viandas, hoy le nieguen el pan y hasta la sal? ¿Cuál ha sido y sigue siendo el precio de todo aquello que está en compraventa por debajo de los escaños?...

A cada minuto que pasa se hace más necesario el advenimiento de un Mesías laico que, a latigazos, expulse a tanto mercader bastardo del templo. Pero el Pueblo lleva ya mucho tiempo narcotizado por un sistema sociopolítico, deletéreo sucedáneo de democracia, que lo mantiene permanentemente enajenado y atado de pies y manos.

miércoles, 18 de marzo de 2009

Inclemencia



Talada la esperanza tajo a tajo,
Su exangüe corazón ya es sólo un hueco
Estático, enlutado, helado y seco,
Caníbal devorándose a destajo.

Sin pulso es un atónito pingajo,
Quimérico e inútil embeleco
Que, mudo, implora el bálsamo de un eco,
Rendido, sin aliento y cabizbajo.

Y, yermo en la añoranza, languidece,
Tirando de sus huellas con desgana:
La vida, sin los sones de un mañana

Que den sentido al duelo, no merece
La pena ser vivida; es un calvario
Tan sórdido y brutal como precario.

martes, 17 de marzo de 2009

Impacto



Me he soñado cayendo
Con el peso en la espalda
De la jaula desierta.
Qué espantoso el delirio
De las alas quebradas
Que sospechan que al fondo
De su vuelo sin aire
Sólo se halla el vacío.

lunes, 16 de marzo de 2009

Muladar


Pulmón y boca infectos de alimañas:
Arañas, alacranes, mantis, hienas,
Un ángel, vano anhelo, y un arcángel
Que vaga bajo el cieno, hechas jirones
Sus alas, con los ojos eclipsados.
La lengua se consume en la gangrena
Que crece alimentada de espejismos
Inertes tras los párpados cerrados
De Venus degollada sobre el mármol
De altares aberrantes de un dios falso;
¡Sacrificar a dios!, ese bastardo,
¡Qué goce tan inmenso, inigualable!...
Mas dios yace inhumado, desde siempre,
Nonato, nauseabundo, putrefacto,
Ajeno a las mortales pesadumbres
Con ansias de mudarse eternidades.
No escribo alucinado por la arista
Fulgente de amapolas o alambiques;
Yo mismo soy mi espejo, mis exequias,
Demonio, plañidera, inquisición,
El propio enterrador de mi cadáver;
Me corren por los nervios, desbocados,
Ejércitos de ratas que me muerden,
Defecan la esperanza, me enajenan,
Vomitan sobre el lecho inmaculado
Que gime cual sarcófago preñado
Del luto de mi esperma cadavérico.
Mi boca está sellada de silencios;
De verbos, adjetivos y de nombres
Sin tiempo ni lugar para un adverbio.
Mi primera persona en lo pretérito
Se aloja –toda niebla entre tinieblas-,
Allende una frontera sin plurales
De yermos cementerios que maldicen
El cetro inane y bruno de lo santo.
En una obstrusa celda sin efugio
Que pudre a la semántica y sus vástagos
Se anega mi mirada de gusanos,
De moscas, paredón, de escolopendras,
De sucias cucarachas y de cólera,
Y lágrimas de hastío en la ceguera:
Estiércol de un amor yermo que, insomne,
Mirándose al azogue, deformado,
Voraz florecerá mudado en muerte.

Ilustración: “La Venus del espejo”, de Velázquez.

Fisura


Todo es posible.
Salvo, quizá, que tú
Quieras creerlo.

sábado, 14 de marzo de 2009

Biopsia


No es la distancia.
Es esa puñetera cercanía,
Oscilando invisible entre la arena,
La que irrumpe y perturba cada célula:
Cáncer del alma.

Última hora


(Saturno puteado por sus hijos)

Han dicho esta mañana en las noticias
Que andan las cucarachas suicidándose.
Al parecer un tal Gregorio Samsa
Ha revelado al Hombre los secretos
De su capacidad de subsistencia.
Las susodichas, aun descerebradas,
Han comprendido que la mutación
Que tal indiscreción ya ha desatado
Terminará gestando una alimaña
Muy superior en su voracidad
A la del hijo puta de Saturno.


Ilustración: “Saturno”, de Rubens.

jueves, 12 de marzo de 2009

La siembra


Hacía un calor de justicia. Sí, el bochorno era tan inclemente y brutal como el postrer aullido del pastor de una secta apocalíptica. Con la espalda recostada sobre la exigua sombra que, con el sol en su cenit, ofrecía la tapia recién encalada del huerto, Luis sudaba con la profusión con que lo haría en su última madrugada un condenado a los pies del patíbulo. Y recordaba. Recordaba aquellos tiempos, ya tan lejanos, en los que Lucía siempre estaba a su lado cuando necesitaba que lo aliviase en sus labios de la fiebre fría y el temblor de la cellisca. Junto a una enorme roca caliza que se ceñía al camino como un abrazo, un gélido lagarto, inmóvil como una estatua de sal, parecía observarlo entre la caución y la indiferencia. Su piel, de un color crudo casi transparente, y ornada por lunares tan negros como la obsidiana, brillaba hiriente aun sin que se viese en ella reflejada la luz del sol. Luis se entretuvo haciendo cálculos sobre su longitud: unos 60 centímetros, estimó, desde la cabeza a la cola.

–Qué vida más arrastrada, compañero –masculló Luis dirigiéndose al reptil mientras, escaldándose brazos y manos, se encaramaba jadeante a lo alto de la tapia tras la que asomaban las ramas desnudas de una gran higuera seca.

El lagarto no dijo nada. Se limitó a seguirlo indolente con la mirada, ahora ya inyectada en sangre, en tanto el aire se iba impregnando de presagios de mandrágora.

Erato degollada



Mi estómago y mis dedos, tanto tiempo
Tratando de arrancar las ataduras
Que en torno al labio, férreas, se erigieron,
Ahora están secos:

-------------------------- Me comí las uñas
– Hasta hacer de mis alas dos muñones
Henchidos de gangrena y excrementos-
Y el calcio de sus restos afilados
Selló todas mis vísceras dejando
Las náuseas atrapadas en la sima
Más vacua y abisal del universo;

¡Qué huero el infinito en mis adentros!

La sangre que vertiera ayer mudando
En tercas partituras el silencio
Hoy sólo es un emplasto coagulado
Qué pútrido emborrona los arpegios,
En tanto que la bilis contenida
Sepulta los cordajes de la lira
Que hicieron de la sal ternura y canto.


Ilustración: “Erato, Muse of Poetry” (1870),
de Sir Edward John Poynter.

miércoles, 11 de marzo de 2009

Pretexto



Marco el 57 27
E, inquieto, ruego a la bibliotecaria
Que trate de encontrarme con premura
Un libro con el cual no más pretendo
Contar con un pretexto terminante
Para acercarme a verla.

(Ella
------- no se sorprende;

Conoce bien
-----------------
mis intenciones).

Me pide, al otro lado de la línea,
Que espere sin colgar unos segundos,
En tanto ella formula aquellos datos
Precisos para ver si en unos días
Pudiese resolver mis peticiones.

– “Mala suerte” –me dice-;
“Me temo que este libro esté hace tiempo
Ya descatalogado.”

(Permanezco en silencio, desolado,
Trabado de impotencia y desconsuelo,
Sumido en una atroz desesperanza…
¡Ansiaba tanto y tanto declamar
Vehemente en su presencia esos poemas!)

De súbito me saca del mutismo
Diciendo que recuerda haber leído
El libro de mis ansias ya hace tiempo…

– “Seguro que lo tengo en un estante,

Pudriéndose entre el polvo por mi casa;
Si hoy logro dar con él ya te lo traigo…”

(Me siento tan feliz por un instante…
Mas qué obstinada, a veces, la tristeza.)

“…Y pido que mañana, sin demora,
Lo acerque a tu despacho un ordenanza.”

martes, 10 de marzo de 2009

Gas ciudad


Consciente de que el curso de sus huellas
En vez de a estela y hálito de vida
Más bien se asemejaba al rastro acerbo
Que, efímero y sin rumbo, va el gusano
Dejando tras de sí filtrando estiércol;

Sacando, exhausto, fuerzas de flaqueza,
Trató de desprenderse con premura
Del lastre de cualquier naturaleza
Que atase su periplo al muladar
Inhóspito en que, inane, se arrastraba.

Dejó en primer lugar vino y tabaco,
Después la marihuana y la cerveza,
Café, canela, sal, grasas, picante,
Las noches de burdel, viernes y sábados,
Y el fútbol por la tele los domingos.

Y al fin viendo que nada le arrancaba
El tóxico que, helado y desbocado,
Corría con los recuerdos por sus venas,
Vertió su amarga arritmia entre el olvido
Que, cálido, endulzaba la bañera.

lunes, 9 de marzo de 2009

Puente de plata

Rendido al firmamento sin estrellas
Que, oscuro, gobernaba sus adentros,
Cambió la herida atroz del fuego amigo
Por una retirada a tumba abierta,
Buscándose en la luz tras los confines
Del lúgubre universo contenido
Debajo de su piel violácea y ciega.

Nadie trató de detener sus pasos,
Y, tras cruzar el puente de la sangre,
Se comenzó a sentir seguro y libre.

Pero al llegar al límite que marca,
Fatal, lo alfa y omega de lo cierto,
En vez de hallar las luces de un abismo
De bruces zozobró en un mar de espejos.

domingo, 8 de marzo de 2009

Ilusión panóptica


Nunca se había creído tan a salvo y tan viva como en la ciudad sin ocasos. La profusa y permanente vigilancia a la que en todo momento se hallaban sometidas sus calles sin sombras, sus casas de cristal y la aparente pulcritud de sus cloacas transparentes, hacía que se sintiese segura. Y al fin bajó la guardia. Y la bajó de tal modo que, cuando comprendió que la vida, para serlo, necesitaba también del misterio y de la noche, ya era demasiado tarde.

viernes, 6 de marzo de 2009

De casa en casa preguntando


“Sin tu mirada no voy a saber vivir. También esto es seguro.”
Alejandra Pizarnik


Se esparce, desluciendo el firmamento,
Un sórdido albañal en blanco y negro;
Porque ni es cielo ni es azul:
------------------------------------- ¡Gran lástima!,
El asfalto ha cegado a la simiente.
Qué ruda es la certeza cuando todo está oscuro,
Qué estática, qué gélida y callada
–Golpe tras golpe tras golpe tras golpe,
Mazazos colosales-
Alzando al aire un polvo amarillento
Más tóxico que un sol en las pupilas.
Qué escándalo la sangre, qué derroche,
Más módico y discreto obstruye el frío.
Prometo no llorar; perdí los ojos.
Mas todavía conservo uñas y dientes
Y añicos de piel libres de pecado:
Ya no importan la escarcha en la ventana
Ni el más sucio y mezquino albor celeste
Fingiendo indescifrables sus misterios.
Y qué si me equivoco
----------------------------- y es verdad,
Y qué; si ya estoy ciego y he cumplido
Paso a paso el periplo de la carne
Con alma, pie y nudillos en los huesos,
Y yazgo desterrado en las afueras,
Las manos, cuencas, huellas y bolsillos
Plagados de salitre y de vacío.

Devoción (de Alejandra Pizarnik)


Debajo de un árbol, frente a la casa, veíase una mesa y sentados a ella, la muerte y la niña tomaban el té. Una muñeca estaba sentada entre ellas, indeciblemente hermosa, y la muerte y la niña la miraban más que al crepúsculo, a la vez que hablaban por encima de ella.

–Toma un poco de vino –dijo la muerte.

La niña dirigió una mirada a su alrededor, sin ver, sobre la mesa, otra cosa que té.

–No veo que haya vino –dijo.

–Es que no hay –contestó la muerte.

–¿Y por qué me dijo usted que había? –dijo.

–Nunca dije que hubiera sino que tomes –dijo la muerte.

–Pues entonces ha cometido usted una incorrección al ofrecérmelo –respondió la niña muy enojada.

–Soy huérfana. Nadie se ocupó de darme una educación esmerada –se disculpó la muerte.

La muñeca abrió los ojos.

jueves, 5 de marzo de 2009

Carta lacrada


Se agosta la cuartilla, inane y virgen,
Su blanco, amarillento por la espera,
Tiñéndose del negro de un silencio
Que ulula, inmarcesible, deshojando
Los lazos de la tinta y de la sangre.
Igual que una Babel abandonada
Sepultan sus vestigios las cenizas
Y el polvo de lo nunca mencionado
Por miedo a hacer espada del lenguaje.

Mas ¿quién descifra el verbo cercenado?,
La carta nunca escrita ¿quién la entiende?,
¿No es fiera guillotina lo callado?,
¿Acaso no es, de espinos y estiletes,

Origen la palabra hecha jirones?

No he de escribir los versos más tristes esta noche;
Se torna con el tiempo, el firmamento,
Más negro igual que el canto degollado,
Y el verso más amargo siempre queda
Hiriendo como alfanje en la garganta.

(Los lúgubres espectros que perdieron
Su fatua identidad contra el destiempo
Cantando sin destino ni remite,

Están faltos de lengua y calendario).

Sin firma que poner a pie de página
Ni fecha que datar, sin tiempo en ciernes,
Se agosta la cuartilla entre tinieblas,
Sumando su silencio al del olvido.

miércoles, 4 de marzo de 2009

Presentación de "El casco histórico de la Sevilla del siglo XXI"


Mañana, jueves 5 de marzo, a las 7 y media de la tarde, será presentado en el Ateneo de Sevilla el libro

EL CASCO HISTÓRICO DE LA SEVILLA DEL SIGLO VEINTIUNO.
Estilos clásicos y modas nuevas


del que es autor
CARLOS PAREJO DELGADO


Hará la presentación la ateneísta
Mª PEPA UCEDA VALIENTE


Jueves, 5 de marzo de 2009, 19′30 horas.
Ateneo de Sevilla, c/ Orfila, 7.

martes, 3 de marzo de 2009

Óleo


Me siento tan deshecho, ¡tan exhausto!;
La sangre derramada no arrastró
Detrás de sí la pócima celeste,
Fermento de voraz superchería
Transida de sudarios estelares.
Y así en la vena exangüe se sulfura
Un árido cuchillo de aquelarres
Abriendo con su danza heridas ácidas
Que enclaustran a los códigos del tacto.
La copa está vacía y, sin embargo,
La sed sigue arrastrándose hacia el vino
De una cosecha estéril de conjuros
Sin pórtico al pecado.
--------------------------- Desolado,
Me enredo en los espinos y ascuas negras
Del bosque donde penan los suicidas,
En tanto que, en la altura, languidece
La rosa del aliento exonerado,
Sus pétalos cautivos del puñal
Que blande en su inclemencia la cellisca.
Silente ante el caldero de las ansias,
Bullir oigo un seráfico brebaje,
Esencia destilada de alas de ángel,
La piel de un sapo huraño, un matamoscas
Y el vuelo de un murciélago amorrado.
Cumplido el exorcismo de la carne,
No cabe un verso orgiástico en el canto
Ni ungüento alucinógeno en los labios
Que no hallarán deleite ya en la fiebre
Del junco que, en su sal estremecido,
Ansiaba en loco espasmo calcinarse:
Triunfó la castración de hoscas liturgias
Sobre aras fraudulentas oficiadas.
Se escucha un crepitar de inquisiciones
Alzando entre mordazas el patíbulo
Donde ha de perecer mudo el poema,
Y el cántico de un gallo degollado
Mancilla, inmaculado de silencios,
Las gotas de rocío que se pudren,
Por no haber pernoctado en la glicina,
Sin ser luz de arco iris con la aurora.
Habré pues de exhumar los huesos gélidos
Del páramo en que moran los traidores,
Y a golpes reducirlos a cenizas
Para, una vez mezcladas con la sangre
Que póstuma rezuma con mis nauseas,
Grabar con sus pigmentos mortecinos
Mi aullido sobre el lienzo del infierno.


Ilustración: "Dante y Beatriz", de Henry Holiday.

lunes, 2 de marzo de 2009

Más allá de los sueños


Requiero al resplandor del firmamento
Respuestas a preguntas tan distantes
Que nunca se podrán ver formuladas;
La inmundicia estelar contamina en la noche
La huella del ocaso en las arenas,
E, inquieto, el mar se agita ante lo inmenso:

Titánica es la nada que cabe en una sombra,
Y guarida, lo eterno,
De quimeras.

Buscamos por auroras boreales
La estela permanente que, en su tránsito,
Nos salve de los límites que impone
La vasta eternidad sin providencia;

Mas la termodinámica es un dogma

Tenaz e intolerante

Que aplasta los anhelos celestiales
Seráficos y plúmbeos para el vuelo.

Hubo hace tiempo un tiempo
De peregrinaciones,
Una deidad de aliento,
Carne y hueso
Danzando desvestida entre la niebla.
Luego,
Tras imponer su letra el vértigo,
Una ceguera
De años luz y polvo
Se asió de la garganta del aullido
Que alzó la soledad y en ella nace.

Y ahora que es tarde, dónde se halla ese hálito
Que transmuda los sueños en vigilia,
Del yermo hace que emerjan
Ascua y sangre,
Y derrota al abismo en sus mareas:
Jamás ha habido un ángel en los cielos
Blandiendo espada en llamas o ala blanca;
Reducto es el infierno de lo frío.

Más allá del cuchillo de la niebla
Nunca hubo nada. Sólo queda, pues,
Apretar bien los dientes frente al hielo
Y al fondo de uno mismo dirigirse
Buscando el fatuo albor que, desolados,
Nos quema sin calor dentro de un sueño
Que efímero y brutal se desvanece.