martes, 7 de abril de 2009

La sed del murciélago


Esta aberrante sucesión de muertes
no es nada buena para la salud,
os lo aseguro.
Se nos muere un domingo,
un doce de febrero,
o unas tres menos cuarto de la tarde;
y un lunes infinito se hace llaga
en medio del imperio del silencio.
Eso sí, el negocio de los mármoles
prospera,
también el de las flores sin vida coronando
un sueño que se acaba.
Mala cosa el oxígeno, mi hermano,
se nos mete en las venas a destajo
haciéndonos pensar que otorga vida,
y no es más que un pirómano insaciable
que avanza como plaga de langosta
devorándolo todo, devastando.
La cosa es que morirse así a diario
será siempre un negocio sin fisuras
para los vendedores de mortajas
-ministros, farmacéuticos, loteros,
hombres de dios y algún que otro psicólogo-
y una ruina en los ojos
de aquel que sobrevive a duras penas
prendido a los colmillos de un murciélago.

5 comentarios:

dafne dijo...

oleeeeeeee!!!!
este aire irónico ya es otra cosa...
Lo de morirse es una ruina... siempre lo digo, yo MaLa siempre.
Un mordisco
dafne

Dolo dijo...

Pues sí, Rafa, nos morimos todos los días, es cierto, pero también (soy una optimismta empedernida, los siento...) nacemos todos los días. Vida, muerte, nacer, morir, esa es nuestra enigmática existencia.

Piel Fugaz dijo...

Gracias por recordarme que estoy fisurada, apenas... penas.

Leerte me hace sentir viva, ese es el punto ;).

Un fuerte abrazo Poeta.

anouk dijo...

¡Uufffff! Me dejas sin palabras.

Un abrazo muy grande, Rafa.

Anónimo dijo...

Regresan los murciélagos, retornan los fantasmas, y en medio de lo oscuro…¡Tus versos!