martes, 19 de mayo de 2009

Islas remotas




Julio y Viernes de atroz hambre antropófaga.

Y, junto al delta azul, se petrifica, náufrago avasallado a la no espera del índigo bajel que en tiempo alguno (y si a veces jamás, por siempre efímero, siempre a lo lejos, siempre insuficiente). Fuera la mar, su Mal adentro, se hace sed, temporal perpetuo.
Y esta vez,
Por guarecerse del diluvio ansiado, sí aniquiló, desértico y salobre, al ignorado esclavo y sus aullidos; con impiedad, sin esperar siquiera.

Y, alienado en lo no otro, en lo muerto, y aislado, se encadena en los adentros de su irreconocido, extraño yo, serenamente hostil frente al corsario: sin puerta o llave, sin ruinosa balsa, sin remo temerario ni aun el reto de anhelados caníbales sedientos del ala de delfines verdes hacia.

Con el alba el Imperio una vez más enriscará su costa inaccesible, y el sol perpetuará sobre el Caribe su cenit de aberrante eclipse negro.

Hasta que sus ochenta días de vuelta tras vuelta, despreciados, se le pasen en vano, asaz monótonos, vacíos, alrededor de qué cosa, la nada, tarde, dilapidando el arduo envite tan dado por perdido de no entrada, sin abras, sin alisios, sin salida.

4 comentarios:

UMA dijo...

Reconozco que me resulta crìptico, pero ademàs que me resulta tremendamente visceral.
Me queda un resabio, una melancolìa ambarina en la mirada.
Te abrazo, Rafa

ralero dijo...

Es que, querida Uma, es visceral y criptico. Aun despejando ciertas nubes.

Un abrazo.

Julio y Viernes
de atroz hambre antropófaga.

Y, junto al delta azul, se petrifica,
náufrago avasallado a la no espera
del índigo bajel que en tiempo alguno
(y si a veces jamás, por siempre efímero,
siempre a lo lejos,
siempre insuficiente).

Fuera la mar, su Mal adentro,
se hace
sed, temporal perpetuo.
Y esta vez,
Por guarecerse del diluvio ansiado,
sí aniquiló, desértico y salobre,
al ignorado esclavo y sus aullidos;
con impiedad, sin esperar siquiera.

Y, alienado en lo no otro, en lo muerto,
y aislado,
se encadena en los adentros
de su irreconocido, extraño
yo,
serenamente hostil frente al corsario:
sin puerta o llave,
sin ruinosa balsa,
sin remo temerario ni aun el reto
de anhelados caníbales sedientos
del ala de delfines verdes hacia.

Con el alba el Imperio una vez más
enriscará su costa inaccesible,
y el sol perpetuará sobre el Caribe
su cenit de aberrante eclipse negro.

Hasta que sus ochenta días de vuelta
tras vuelta, despreciados,
se le pasen
en vano, asaz monótonos, vacíos,
alrededor de qué cosa, la nada, tarde,
dilapidando el arduo envite
tan dado por perdido
de no entrada,
sin abras,
sin alisios,
sin salida.

Milena dijo...

"...sin puerta o llave,
sin ruinosa balsa,
sin remo..."

sin nada,
con sólo lo que un hombre posee: su desnudez

¡qué poco somos, Rafa ! ¡qué poco, qué frágiles !

Un abracito

dafne dijo...

idas y venidas al texo..más de una, empeñada en comprender... leí en poesía y me ayudó.
Poesía para ser comentada y por las opiniones que leo desde diversos puntos de vista.
Yo diría que como el mal estaba dentro inevitablemente al otro ,aniquiló, alienó...( o asi lo sintió)
Mal que lleva implícita su penitencia, porque tra ello, vueltas y vueltas y ochenta días y otros tantos más... perdido en si mismo,desquiciado...sin esperanza.

Bestes