jueves, 28 de mayo de 2009

La cla

Era un individuo excepcional haciendo bulto. Inimitable, sin igual, todo un maestro. Tanto era así que amigos, conocidos y otros especímenes de la fauna suburbial que parasitaba aquellos páramos nunca dejaban de convocarlo para todo tipo de actos sociales: bautizos, bodas, juicios, comuniones, puestas de largo, ordenamientos religiosos, graduaciones, presentaciones de libros, ejecuciones, finales de Copa, inauguraciones, linchamientos, camas redondas, estafas, desfiles militares, juramentos de cargos públicos, asesinatos, funerales, despedidas de soltero… Era insuperable en ese difícil arte de incrementar la concurrencia pasando a un tiempo desapercibido. En una ocasión que necesitó de al menos una parte de aquellos sujetos para que le sirviesen como cla, al no presentarse ninguno de ellos, hubo de dividirse todo lo que pudo para así contar con algo de público. Nunca ya pudieron unir sus pedazos. Eso sí, la empresa gestora del salón de actos nunca supo a quien pasar la factura por la limpieza de tanta sangre.

2 comentarios:

Milena dijo...

Rafa "jomío" lo que escribes, criaturica, que no paras naíta, que te tienen esas "musas" aatrapaíco" del tó del tó, que no te sueltan pa ná...


Pero, chiquitín y cuando tienes tiempo tú pa esas cosas tan prosaicas como "sacar la basura", "poner la lavadora", o, un suponé: "freir un huevo" o hasé pipí... señó, señó ...ahora "hasta a dos lenguas" esús como si no fuera bastante con una esús esús...

te va a pasar como a ese que se rompió del tó y pa siempre jamás se quedó así, sin poderse unir sus pedasicos, ay ay

besicos, Rafa, besicos

dafne dijo...

Que poca imaginación la de la empresa....de todos es sabido que los vampiros harían ese trabajo encantados¡ÑAM!...jejejje soluciones para todo...

Bona nit!