lunes, 1 de junio de 2009

Uno (monólogo a dos lenguas en la Luna)




No deja de resultarme curioso que todo comenzase un 24 de octubre; que justo un año después de aquella mañana de mordazas penetrando mi boca, laringe, bronquios, futuro y pulmones te anunciases dispuesta a quebrar tu mutismo, aun sospechando que tal decisión sólo podría traernos consecuencias nefastas. Yo, entonces, no fui capaz de decir nada: se habían atrofiado de distancia todas mis pláticas. Y esa impotencia me llevo a perpetrar el que quizá haya sido el mayor de los errores que he cometido a lo largo de toda mi no vida: no aullar rogando que siguieses en silencio. Después, ya sabes, yo tampoco callé; y mis palabras propensas a urdir puentes, asediadas por el carcinógeno abrupto de tantas Babeles sin tiempo acechando, se mudaron en ruinas con vocación de frontera. Y así tus augurios sin verbo se hicieron gangrena y ahora, cuando estoy a punto de alcanzar la novena esfera, ese centro angosto, oscuro, quedo y gélido donde se concentra toda la nada que nunca ha tenido espacio ni tiempo, vuelvo a tener miedo. Miedo a que, fatales, se confirmen mis certezas en medio de esta soledad que, por decirlo de algún modo, me acompaña desde siempre y para siempre.

La rana cautiva.


1 de junio de 2009

2 comentarios:

dafne dijo...

Si ya lo decía Idea:

Uno siempre está solo
pero
a veces
está más solo.

Besitos!!!

Anónimo dijo...

Continúo cautivada con la metamorfosis de la rana. Tan pronto lea el noveno monólogo los importo para organizarlos por fechas.

Preciosos los 8, cuento las hrs. para el noveno.

Abrazos Poeta.

Att. Babel desubicada en L. 4°43'59.93"N ;)