sábado, 1 de mayo de 2010

El cangrejo y la hoguera


No sueñes con un nido hecho en mis brazos
Ni en verte en mi mirada alzando el vuelo,
Migrando hacia vergeles transoceánicos
De almácigos en flor y ardientes ceibos;
Yo vengo del muñón y la ceguera,
De una región sin aire, de un mar muerto.
Mi afán ya sólo es ser como el cangrejo,
En una cuenta atrás tortuosa y lenta,
Buscando un hueco oscuro bajo el fango,
Entrada franca al útero del tiempo.
Es cierto que una vez me vi gaviota
Risueña gobernando olas y espuma,
Corriente viva y cálida hacia el norte,
Donando a mi llegada, hogar y aliento.
Pero todo se fue contaminando;
Las olas asfixiándose de arsénico,
Ahogándose el celeste en la humareda,
El vuelo derritiéndose en sus sueños.
Y helado ya subsisto a duras penas,
Anclado a un laberinto en el subsuelo,
Lamiendo sal, tragándome las náuseas
De infausto haber perdido hasta el infierno.
No sueñes con un nido entre mis ramas;
Jamás renaceré mudado en ceibo.

5 comentarios:

Mamen Alegre dijo...

Jamás diré que leerte no estremece.

Reverencia.

Un abrazo grande.

Silvia Delgado dijo...

es un poema extraordinario, guau...
todo lo que pueda decir, sobra. Un abrazo, Silvia.

SantiagoPabloRomero dijo...

Nunca unas ramas son tan desechables
Como para no poder dar cobijo
A un ser en su deseo
Déjale decidir a él.
Es lo mínimo que debiéramos.
Dejar decidir, no imponer.

Un abrazo León

Anónimo dijo...

Dios mío...qué poema.

Enhorabuena.

Yo también beso el suelo, espero que pronto se encuentre bien.

Gracias por pasar.

Un beso...

MaLena Ezcurra dijo...

Excelso, poeta, excelso!!!!
Me conmuevo ante tus palabras.

Gracias por eso.



Abrazo va.


M.