viernes, 10 de septiembre de 2010

Propiedad transitiva

CUANDO supo que gracias a aquella canción del verano -desagradable y lacerante mezcolanza de mal gusto y estrépito- autor, intérprete y discográfica se habían forrado, no pudo dejar de pensar que en la absurda sociedad que le había tocado en suerte, se había ya llegado a un punto en el que bastaba una descomunal gilipollez para, con un poco de fortuna de su parte, poder hacer millonarios a aquellos que la perpetraban. Y, tras considerar que, pese a llevar toda su vida haciendo el gilipollas, seguía siendo más pobre que una rata, concluyó que sólo podía deberse a que estaba irremediablemente gafado.

3 comentarios:

Paloma Corrales dijo...

Es que hay gilipolleces y gilipolleces...

Un beso.

Caminante dijo...

No estaba gafado, sólo era que No se había sabido Vender, No Había puesto los Medios Necesarios -culo incluído- para ello.

Quiero llegar hasta allí
¿Cual es el precio?
¿Estoy dispuesto a pagarlo?
¡No!
Pues, a otra cosa, mariposa.

Besitos getafenses: PAQUITA
(Anda, díme algo, todos, o no?, necesitamos las palabras, algunas de ellas)

Prometeo dijo...

Como decia la amdre de aquel soldadito"que bueno mi hijo solo el lleva el paso"...un abarzo.