viernes, 28 de enero de 2011

La ausente (XXIX)


Cuando alguien
muy querido
se nos muere,
qué duro
se hace el duelo.
Pero
pasa.
Cuando alguien,
sin embargo,
se nos muere,
y sigue,
tan querido, estando
cerca,
y sigue estando
vivo,
y sigue
transpirando,
y olemos
desde el túmulo,
rozamos,
escuchamos,
bebemos,
saboreamos,
sentimos,
anhelamos,
amargos
e imposibles,
impalpables,
su aliento,
su existencia,
la luz de su mirada,
con la
sangre
sin dedos,
las pupilas
gastadas,
los muñones
sin tiempo,
la pena
crece, apoca, hostiga el centro
sin centro
ni el tumulto
del agua sin retorno,
el duelo
se hace eterno.

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