miércoles, 23 de marzo de 2011

Recogida selectiva


Las 4 menos 10 de la mañana
–extraña forma de nombrar la noche;
quién sabe si algo así,
tan sumamente insólito,
pudiera obedecer a algún motivo
recóndito sumido en lo freudiano-.
Escucho en la distancia aproximarse,
insomne aún, el camión de la basura,
y de un brinco me escapo de la cama.
Me visto apresurado, todo gris,
–no se me ha dado nunca bien del todo
eso de ir combinando los colores-
y bajo hasta la calle –cuánto frío-
a esperar su llegada,
tiritando.

Ovillado en el suelo,
junto al contenedor verde apagado
–ese en el que dejamos los desechos
de carácter orgánico-,
suplico a las estrellas que esta noche
me arrojen, tal y como corresponde,
al vientre del camión, los operarios
de los tanto hace ya privatizados,
pero pulcros servicios de limpieza.
Me miran, como siempre, contrariados
–parece que entorpezco su trabajo-,
y raudos, farfullando maldiciones,
concluyen sus labores y se alejan,
dejando los despojos de mi alma hecha jirones
tirados con desprecio en el asfalto.
Y en un papel grasiento y arrugado,
uno de esos que se usan en las tiendas
para envolver carroña de animales,
escribo este poema como prueba
–cuánto frío- de haber vuelto a intentarlo.
(Vuela una cucaracha hasta mis labios,
y, dulce, pero a un tiempo repugnante,
me besa con lujuria largamente).

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Siempre me noqueas con tus poemas, juro que hacen daño.

Eres un excelente poeta.

Te dejo un fuerte abrazo.

Friki dijo...

Me seducen mucho esos personajes tuyos, marginales, perdedores, que arrastran sus pies con cansancio por este mundo de dios...que da tanto frío !