jueves, 15 de diciembre de 2011

Alegoría


soberbio sobre el tronco en que te apoyas
me miras con desdén desde tu fronda
colmada de hojas verdes y de flores
desprecias mi existencia a ras de suelo
la escasa relevancia de mi huella
apenas perceptible en el paisaje
y que extasiado el hombre ante tu porte
no alcance a conocer mi nombre propio
es cierto soy minúsculo ignorado
no tengo un bello nombre -aliso o sauce-
ni se hunden mis raíces en la tierra
para tras ese coito dar a luz
henchidos de color sabrosos frutos
no puedo cobijar hermosos pájaros
ni soy flauta del viento no doy sombra
ni fijo el suelo fértil frente al agua
que baja en torrentera asoladora
desde las altas cumbres a los valles
pero soy mucho más soy el futuro
a un tiempo que el pasado más remoto
mi hogar está en el ártico el desierto
y puedo resistir desde las gélidas
penumbras de las tierras boreales
hasta el ardiente sol que abrasa el trópico
si me quieres nombrar llámame liquen
o en tu postrer aliento en la sequía
al ver que sobrevivo di silencio

1 comentario:

Anónimo dijo...

Desde tu visión de útil de humilde y silencioso liquen hay optimismo para mirar sin envidia a los prepotentes sauces. Bonita metáfora