domingo, 18 de diciembre de 2011

Tribulaciones de una crisálida (XIX)


Dibujar unas alas al muñón de frío y mudo mármol, para que, en sueño ardiente, eleve el vuelo el espíritu azul de las estatuas. Para que entone un salmo taumatúrgico, con esa algarabía estrepitosa de pájaros al alba en el magnolio: ese aliento solemne que se funde al rocío, dejando sin palabras a la noche. Pintar alas violáceas, en la altura, a los demonios quedos cautivos en el légamo; a esas almas sin alma siempre en pena, sin hálito ni fuego en las arterias, con sólo restos yermos, coagulados, de tierra entre las uñas y los dientes. Obrar el gran prodigio, no el milagro, de una rosa emergiendo de la sangre que el miedo consagró a la arena estéril.

1 comentario:

Vivian dijo...

Desgarros, y desgarros. Hágase la luz!
Qué hermosa imagen.
Te abrazo.