jueves, 15 de diciembre de 2011

Tribulaciones de una crisálida (XVII)


La sed que ciegamente abre las alas, ahogada en un sudario sin atmósfera; la contumaz pupila abierta, estéril, a un firmamento, légamo sin hálito; el labio en el salitre, el salmo exangüe, sobre un altar de azogue hecho pedazos.

1 comentario:

Vivian dijo...

Pobre crisálida, no remonta vuelo; polvo, ceniza y oscuridad.
Mis besos Rafa