miércoles, 13 de junio de 2012

Sofoco



En la hora taciturna en que las ratas
rondan inextricables callejones
royendo las estrellas atrapadas
en el azogue ajado de los charcos,
la noche, en su mudez, se fosiliza
y a ratos vierte cáusticos pedriscos
sobre esta primavera sin jazmines
ni grillos en la fronda de los sueños.
No obstante, en duermevela, te imagino,
paseando en un jardín de luz y flores,
locuaz, sonriente,  recia, incombustible,
y yo también sonrío
antes de consumir la última brizna
de cántico celeste en que me aliento.

Ilustración: “Mujer con sombrilla”, de Auguste Renoir.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Juegas en el poema con el brusco contraste de la calle enratizada y muerta y el jardín idílico por el que trota la seoñada dama. Bello.