lunes, 13 de agosto de 2012

Mierda cerebral


Antaño un astro del balón,
al poco de colgar las botas,
un día, te tiraste un pedo,
decorando tus pulcros Calvin Klein
con algo parecido a la palabra.
Un editor de prensa sopesó
la posibilidad de hacer negocio
del fruto de tu vientre y terminó
-¡Jesús!- por publicarlo en la edición
de la mañana; fue un bombazo:
“Qué gran sonoridad, cuánta fragancia”
clamaban babeantes los rebaños,
cegados sus sentidos por el brillo
espurio de tu fama. Desde entonces
vas creando opinión –pagina impar-
martes, jueves y sábados,
y has entrado en política
en un partido de esos de diseño
y sin ideología.
Pero aquello era un pedo, sólo un pedo
hediondo y estruendoso y tú no más
que un astro del balón venido a menos
con mala sangre y mierda en el cerebro.


Escultura: "How to Escape", de Chen Wenling.

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