jueves, 27 de septiembre de 2012

De la esperanza y sus verdugos




“Ya hay un español que quiere”…

Antonio Machado


Dice un viejo refrán que muerto el perro
se terminó la rabia. Sin embargo,
no siempre es esto cierto. Así, en España,
cuando murió aquel Perro
–y hay que pedir perdón
a tan noble animal por la metáfora-
engendrado un aciago 18 de julio,
la rabia no acabó, quedó latente
en una transición que fue amañada
para que no rindiese tipo alguno
de cuentas la jauría,
y fuese sepultada la memoria
de los ajusticiados por el Régimen
tras juicios sumarísimos que más
que juicios eran sólo una macabra
e injusta pantomima.
Acudiendo de nuevo al refranero
habremos de admitir que aquellos polvos
de huesos desgastados y olvidados
bajo la tierra arcana de las fosas comunes
trajeron estos lodos
donde los herederos de aquel perro,
la sombra de la rabia en sus arterias,
hoy gozan como cerdos en un charco
y afilan sus colmillos deletéreos
dispuestos a morder a los que esperan,
mirando hacia la luz y hacia la vida,
otro milagro de la primavera.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Es denso e intenso