jueves, 11 de octubre de 2012

Lírica



Me pregunta Zutano –el camarero
del bar que hay en la esquina de la calle Parnaso-
si conozco a Fulano.
Después de, como poco, 10 cervezas
–pero qué’sagerao loh andaluce-
Cruzcampo Gran Reserva entre pecho y espalda,
pongo cara de póquer y él advierte
que no tengo ni idea, de momento,
de quien –¿de quién?, ¡cojones!-
me puede estar hablando.
Entonces apostilla: “Sí, hombre, sí,
Fulano, ese individuo
que también es poeta”.
No le respondo nada, dejo el tercio
aparcado en la barra y, con premura
–me estoy meando a chorros-,
camino dando tumbos
al fondo a la derecha,
con la sana intención de dar descanso
por cuarta o quinta vez a la vejiga.
“Fulano, ese individuo
que también es poeta” –me digo, mientras meo,
pensando que el adverbio de Zutano,
sin duda alguna, debe referirse
a Gelman, Margarit o el gran Panero.

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