domingo, 9 de diciembre de 2012

Estremecimiento


Apareció de entre las sombras fumando un cigarrillo. Tabaco negro. Con paso firme vino hacia mí y aproximadamente a un metro de distancia se detuvo y estuvo mirándome fijamente y en silencio durante un tiempo, no podría asegurar si poco o mucho, que se me antojó lo más cercano a lo eterno. Sus ojos eran de una luminosidad cegadora. Celestes. Cuando aquella tensión se me hizo insoportable, traté de decir algo. No puedo recordar qué; siendo sinceros, estoy convencido de que en aquel momento tampoco supe qué decir, si tenía algo que decir, que saber, querer, poder decir. Se me hizo un asfixiante nudo en la garganta. Entonces ella, que había permanecido hierática e inmóvil como una estatua desde el instante en que clavó sus ojos en los míos, esbozó una sonrisa y comenzó a hablarme en un idioma extraño y desconocido. No obstante, no tuve duda alguna acerca de lo que venía a reclamarme.

Fotografía: William Klein

1 comentario:

Anónimo dijo...

¿Sería una sirena?