domingo, 16 de diciembre de 2012

Sed


Y cuántas veces cuántas
tendré aún que despedirme
para poder marcharme
Y cuántas veces para
que este pesado lastre
de miedo engaño y carne
adherido a mis alas
se despegue y permita
que me alce y salte y vuele
hasta el fondo caudal
de las aguas sin nombre
donde yace lo eterno
Y cuántas veces cuántas

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Eres acaso un ave sujeta a miedo, engaño y carne mientras vive. Y cómo siendo tan ateo podrás dar el salto a lo eterno.

ralero dijo...

Hay, Carlos, diferentes modos de abordar el concepto de lo eterno. Aquí lo eterno no parte de la visión del creyente, sino de una racionalización amarga del mundo. Así lo eterno es lo mineral, un universo muerto sin luz, calor ni movimiento; la nunca-existencia.