sábado, 9 de marzo de 2013

Huele a azufre


Se antoja tarea imposible que puedan amar al prójimo como a sí mismos, aquellos que han sido despojados de su identidad o su amor propio o ambas cosas por aquellos otros que, en un ejercicio codicioso de ominoso narcisismo, los han reducido a la mera condición de herramienta o mercancía como estrategia para alcanzar sus fines. Esto, que amén de poner en tela de juicio la validez absoluta de aquello del tanto peca lo mucho como lo poco, no deja de ser una cuestión odiosa e intrínsecamente destructiva, nos permite afirmar la naturaleza diabólica y sectaria de la doctrina que hoy día se instituye como el más extendido y belicoso de los dogmas: el capitalismo.

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