martes, 2 de abril de 2013

Trastero abarrotado de sal y arena

Vendaval de levante que ululas como un clavo soldado a la memoria;
que llegas con la noche llamándome hacia el este, tierra adentro, a los páramos
que habitan los sicarios del silencio;
que has poblado el trayecto que conduce al magnolio
de infecundos otoños con astillas de invierno;
¡ah vendaval sin nombre!,
no es de abrigo la bruma frente a tus dedos gélidos
y agudos como el tiempo que acontece en lo cóncavo,
como hambrientas termitas que anidando en el hueso,
transmudan las auroras en anónima fosa.
¡Ah vendaval infame!
¿Cuánto tiempo tu voz me helará en mis vigilias?
¿Por qué tus alas negras me abaten contra el límite
de la asepsia y lo etéreo?
¿Tan delgada es la línea entre el aire y las sombras?
¿Por qué arrecias con saña postrándome en la arena
como a un junco caduco que no ha visto
jamás la mar; que, trémulo, nunca ha tenido fuerzas
para hacer frente al cáustico mordisco del salitre?
¡Oh viento de espejismo y remembranza,
viento de herrumbre y náufragos
hundiéndose entre abrojos en eriales
que esputan secarrales sin liturgias, espeluznantes cárcavas!
¡Oh viento cruel, aparta, te lo ruego,
tu baba hostil, tus vómitos
celestes de los lóbregos pingajos
de mis velas sudario sin rosa de los vientos
y entrega mis despojos a la herida
sangrante del poniente!

(Noviembre 2008 - abril 2013)

2 comentarios:

Vivian dijo...

Un vendaval de poesía, eso eres Rafa.
Se irá el viento y llegará la calma.
Te abrazo.

Anónimo dijo...

Es una naturaleza trágica y hostil. Parece de un relato romántico...