viernes, 10 de mayo de 2013

La gota

Aquella mañana, los manipuladores del lenguaje decidieron denominar a la pala sauna. "¿Cómo un obrero puede pretender hacer uso de privilegios reservados a los selectos?" -le dijeron, solemnes y distantes, las sanguijuelas del sudor ajeno. Aquella mañana, trabajando en unas condiciones penosas como nunca, descubrió que podía utilizar uñas y dientes.

2 comentarios:

Vivian dijo...

Hora de ponerlo en práctica, vamos al abismo.

Anónimo dijo...

Las sanguijuelas del sudor ajeno suelen ser los hombres ricos y sin escrúpulos que gobiernan el mundo