miércoles, 2 de octubre de 2013

La luz (Agustín Casado)

Ayer noche cuando estaba
con ustedes cumplidor
sentadito servidor
pensando alguna chorrada
para este despertador
que es el programa del Salas,
me exprimía la sesada
mirando el ordenador.
Pero los musas malvadas
siendo más brujas que hadas
me negaban su favor;
y, en blanco el monitor,
no se me ocurría nada.
Como todo fumador
buscaba en cada calada
esa idea agazapada
a saber en qué rincón.
Sin importarme la añada
de mi güisqui peleón
buceando en on the rocks
mis pobres versos buscaba.
Pero entre humo y vapor,
-mitad y mitad de cada-
ya tenía una empanada
muy cercana al colocón
y la cosa allí atascada.
Y a cada verso peor,
que si malo el anterior,
el siguiente una cagada.
Venga a darle al borrador,
y ya turbia la mirada,
ni una idea bien rimada
en mitad del ceguerón.
Y mi señora acostada,
yo añorando la almohada
y con el humo la tos.
Como la despierte adiós,
la tenemos ya liada.
Qué ruina de trovador.
Era ya de madrugada,
algo así como las dos,
cuando ¡eureka! dije yo.
¡De pronto se iluminaba,
de repente se encendió
la bombillita que estaba
tan tercamente apagada!,
repentina inspiración
que me llegaba a oleadas.
¡Ni Bécquer ni Campoamor,
Ya van a ver quién soy yo
escribiendo galeradas!,
más que verbo, borbotón.
Y así en ésas estaba
en lírica llamarada,
ardiente aliteración,
cuando oí que saludaban
al estilo COMECON:
“¡Salú!” dijo un vozarrón.
Mas yo en plena parrafada
ya del todo parnasón,
sin levantar la mirada
así como de pasada
“¡Salú!” por educación
respondí a quien saludaba.
“¡Salú, salú!” repitió
insistente aquella voz.
“¡Salú, salú, camarada.
Todos a las barricadas,
viva la Revolución!”
dejar quise rematada
tan roja salutación.
Cuando así, de sopetón,
se me aparece enjarrada
y a ojos vistas cabreada
mi señora donde yo
estos ripios ensartaba.
“¡¡¡Salú, salú, por favor!!!”,
insistía ella obstinada.
Pasionaria en camisón,
preguntele qué pasaba,
“¿Qué te pasa, corazón?
Pareces Rafa León…”
“Y tú eres tonto de baba;
¡Salú, niño, el contador.
Después la facturación
otra vez una pasada!”
Y volviéndose a la cama
mi bombillita apagó
sin andarse por las ramas
y a dos velas me dejó.
Y otra vez a las andadas,
que después del apagón
voló toda inspiración
y no se me ocurre nada.
Del obsceno subidón
de la luz, de la clavada
consentida, perpetrada
por tanto buitre ladrón
quise hacer una tonada
yo con mi bandoneón,
mas por mor del garrafón
ya la lengua se me traba,
y con la luz apagada
el frustrado poemón
se quedó en esta cagada
que dejo depositada
en la madre que a luz los dio.


Texto e ilustración: Agustín Casado.

4 comentarios:

Milena dijo...


Otro que es "mudito" por lo que leo, jeje Muy bueno !!

Anónimo dijo...

UHH me encanta pero quería saber si hay algún lugar donde se pueda escuchar recitar a Agustin Casado?
Gracias

ralero dijo...

Se lo haré saber a Agustín.

ralero dijo...

Sí, Milena, a Agustín le cortaron la lengua de pequeñito.

Besos.