sábado, 2 de noviembre de 2013

La mujer del César

A ver si de una vez nos enteramos,
compañeros:
un sujeto de izquierdas
debe ser como un miembro
de la impecable curia vaticana
o del empresariado o la derecha,
siempre tan preocupados
por la patria y el pueblo,
que carecen de tiempo
para la diversión o la sonrisa.
Hay mucho que aprender de la derecha:
debemos ser austeros y evitar,
el gesto siempre serio,
echar de cuando en vez sal a la vida;
debemos, resumiendo,
ser la mujer del César.
Nada de bacanales. En lugar
de fiestas con marisco y vino y coca,
un mendrugo de pan con mortadela.
Nada de derrochar
en vestuario de marca con diseño exclusivo
o en enormes mansiones
con puerto deportivo anejo y yate
además de helipuerto.
Nosotros, los de izquierdas,
debemos imitar a esos patriotas
que viven en humildes
palacios y vestir como hacen ellos
un hábito de monje y habitar
una barraca al pie de un vertedero.
Y llevar un cilicio en todo instante
para mortificarnos
y no olvidar que siendo
de izquierdas carecemos
de derecho ninguno a los placeres
de la vida; que el César puede ser
un politoxicómano, un bandido,
un cerdo pederasta, un proxeneta
que obligue a prostituirse a su mujer,
siempre que con el gesto
serio lo disimule
y que en momento alguno lo parezca.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Por encima de izquierdas y derechas están los que llegan al poder y se enriquecen.