jueves, 2 de abril de 2015

Epigrama

Cuando un hombre ha agotado
hasta el último newton
de esperanza, y la inercia
es ya la única fuerza
que, entre las dentelladas
de las olas, lo asiste,
no ha de anclarse al lamento,
sino, con bizarría,
dar  las gracias. La inercia,
más temprano que tarde,
lo empujará, piadosa,
contra las escarpadas
costas de una isla anónima
o al centro del más hondo
remolino: el olvido.

1 comentario:

Carlos dijo...

La inercia conduce al náufrago a islas paradisiacas, solo que a veces.