lunes, 6 de abril de 2015

Escenas sevillanas (21): Pesadilla fluvial (Carlos Parejo)


Aún me recuerdo Híspalis, enclavada allí donde la lengua salada de Océano Atlántico se mezclaba con el agua dulce del meandro divagante del río Guadalquivir. Río orlado en sus orillas de copudos y esbeltos álamos y chopos, cortejados por impenetrables juncos, mimbreras y zarzas silvestres. Río habitado por cientos de miles de pájaros viajeros, por peces que subían a procrear, como el extraño y gigante esturión ruso o las anguilas del Mar de las Azores, y eran abatidos por oportunistas cazadores y pescadores tartesios. Nadie diría que yo, Guadalquivir, fui río libre y no domesticado, viendo alfombradas mis orillas por cuadritos de albero, cemento, césped y plantas decorativas. La Torre del Oro es la única belleza que se ha librado de la invasión de mis orillas por bares y restaurantes. Éstos, iluminados al anochecer, semejan una artificial vía láctea o un alargado recinto ferial rodeando mis urbanas aguas. Dondequiera el aire está lleno de estruendosas cacofonías, de inauditas sonoridades: Músicas a todo volumen; conversaciones que se atropellan y entrelazan confusamente como lianas de una jungla humana; carcajadas, voces y gritos de explosión repentina; órdenes repetitivas pidiendo más alcohol y refrescos para amodorrar miles de cuerpos y mentes de aborígenes y turistas, aliviados por el frescor y la humedad que derraman mis estoicas aguas.

(¢) Carlos Parejo Delgado

1 comentario:

Milena dijo...

De espalda a la Naturaleza vivimos...Ignorantes de lo esencial...lo que nos hace muy inhumanos