lunes, 10 de agosto de 2015

Verano del 2015 (Carlos Parejo)


Verano del 2105. Han sido las seis semanas más tórridas del último siglo. Los sevillanos en pantalón corto y camiseta han convertido la ciudad en una improvisada villa olímpica, donde era obligatorio circular por la sombra. Los turistas, caricolorados Indiana Jones con sombrero de alas anchas y cantimplora, se han llevado los peores golpes de calor. Buscaban no se qué cosa para ver, en la ciudad ardiente, cerrada y dormida del mediodía. Las incandescentes aceras solo han dejado de arrojar flama las primeras seis horas mañaneras. El aire acondicionado, el baño en la piscina y la cerveza se han vuelto la rutina frente a las agobiantes calores. Incluso, se han investigado en los manuales caseros, todas las posturas de un yogui para poder dormir en las coyunturales saunas domésticas, antes dormitorios, en los suelos, en las terrazas y azoteas o haciendo el pino. Cada día los sevillanos escuchaban las noticias del tiempo, ansiando esas aliviadoras lluvias que no llegaban, como si fueran el maná del desierto. En lugar de nubes con gotas gruesas y rayos, aparecían en la pantalla los mismos resplandecientes huevos fritos amarillos, un día y otro.

(¢) Carlos Parejo Delgado

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