martes, 9 de mayo de 2017

La lechera


(Fábula contemporánea)

Su leche una lechera
llevaba hacia el mercado mayorista
y siendo, como lo era,
aunque en paro, filóloga y muy lista,
procuraba evitar pajas mentales
sobre un raudo incremento de caudales.
Porque de Samaniego
conocía la fábula famosa
acerca del trasiego
de un cántaro de leche y la espantosa
conclusión de los sueños de grandeza
de la que lo portara en su cabeza.
"La venta —iba rumiando—
de leche no me habrá de dar dinero
para vivir holgando
el resto de mis días, pero espero
que al menos me procure la "manteca"
precisa para gastos e hipoteca."
"Y, si sobrase un pico,
podría incluso prestarme algún antojo
tal que si fuese un rico
—aun no siendo esto más que un trampantojo—
burgués hecho a sí mismo, propietario
del fruto del trabajo proletario."
"Negociaré, por tanto,
hasta que se me ofrezca un precio justo
que compense el quebranto
de tantos meses de trabajo adusto
que me ha costado a un tiempo que talento
lograr poner la granja en rendimiento."
En esta reflexión
ensimismada andaba en el instante
en que, con su camión
y nula formación de comerciante,
entre el comedimiento y lo entusiasta,
llegó al cabo al lugar de la subasta.
Y allí —¡maldita sea
la sucia economía de mercado!—
topose con la fea
y cruda realidad y el desdichado
momento en que, sin leyes por respaldo,
hubo de malvender su leche a saldo.
Por más y más denuedo
que inviertas en la empresa agropecuaria,
cautiva del enredo
neoliberal, tu vida tan precaria
será como los momios inmorales
de los intermediarios comerciales.

2 comentarios:

mailconraul dijo...

¡Es la leche!

Anónimo dijo...

Estás hecho ahora el fabulista moral de la crisis del 21