sábado, 23 de septiembre de 2017

Águila




Si uno de dos no quiere,
lo mejor: el divorcio
exprés de mutuo acuerdo.
Es la mejor manera
de infligir el menor
sufrimiento a la prole.
Oh, padres de la patria,
de la Una, Grande y Libre
sangrienta y diminuta,
presa y hecha jirones
en las garras de un águila
carroñera con hambre
de cruzado y quimera,
¿por qué entonces vosotros
continuáis obcecados
en imponer el dogma
parricida que reza
que lo que Dios ha unido
no lo separé el pueblo?
¡Por todos los demonios!
Malditos seáis, padrastros
sin corazón, por siempre
y malditos también
nosotros vuestros torpes
y estúpidos hijastros:
se nos pasó abolir,
caro descuido, de hecho
aquel ignominioso
Fuero que el genocida
impuso a sangre y fuego
a los pueblos de España,
y por el cual, al modo
de un rey sol ataviado
de enmohecidas tinieblas,
declaró indisolubles
nación y matrimonio.
Nación, curioso término
para denominar
un cementerio alzado
con la sangre arrancada
a cuchillo a los muertos.

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