lunes, 25 de septiembre de 2017

Crónicas del Régimen (56)


El Gobierno de Rajoy, como ya es de sobra conocido, ha procedido a intervenir las cuentas de la Generalitat de Catalunya "a fin de preservar el interés general y garantizar un uso correcto del dinero público". O, dicho en román paladino, para que el Gobierno catalán no se gaste un sólo céntimo de euro del erario público en la celebración del referéndum previsto para el próximo uno de octubre. Y, con este precedente, uno termina por pensar que tal vez pocas cosas tan urgentes en Esperpentaña, a fin de preservar el interés general y garantizar un uso correcto del dinero público, como que se pudiesen intervenir las cuentas del Ministerio de Hacienda y Administraciones Públicas. Ya sería tarde para evitar, por mencionar sólo lo más significativo, el saqueo de la hucha de las pensiones y la pérdida de miles de millones regalados con nocturnidad y alevosía a las mafias del totalitarismo financiero. Pero, hablando del dinero de todos y con esta banda de corruptos gobernando, sin tal intervención, esto va ser un no parar hasta que todos nos encontremos a la puñetera intemperie con tan sólo una mano por delante y la otra por detrás. Más jodido aún lo tendrán los mancos. ¿Sería posible poner de algún modo este cascabel al "gasto"?

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Nietos de republicanos represaliados y hasta asesinados durante décadas por los secuaces de nuestro más sanguinario genocida patrio, deseosos de que sus nefastos herederos ideológicos hoy en el poder, envíen al ejército a hacer lo propio con el pueblo de Catalunya. Malditos bastardos sin corazón ni memoria. Lástima y náuseas. Este país de todos los demonios no tiene remedio. Tal vez lo mejor fuese su rápida descomposición en varios estados independientes. Así, al menos, se encontraría dividida la alimaña.

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Con la que está cayendo estos días, quizás sea el momento para que los ciudadanos de todos y cada uno de los pueblos de España declarásemos de manera unilateral e irrenunciable el estado de decepción.

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Cuando vinieron a por los políticos catalanes no hice nada porque yo no era político y me creía anticatalán... En fin, el final de este tipo de historias es de sobra conocido.

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